Juan Ignacio Zoido dice que no aceptará presiones de ninguna provincia a la hora de elegir la dirección del PP andaluz. Decir que no va a aceptar presiones es como decir que no va a aceptar la ley de la gravedad. Decir «a la hora de elegir» nos hace pensar que está pensando en elegirla él solo. Zoido está pasando de no haber querido a querer a toda costa. Dijo la puntita nada más, o sea, sólo preparar el congreso pero ya no le hace ascos a salir de él como líder del partido. Bueno, líder no, presidente.

El siguiente paso va a ser deslizar que está a disposición del partido por si hay que ser candidato. Ha nacido una estrella, pero el firmamento pepero de Oriente teme no llenar los mítines con Zoido, no tener accesos la toma de decisiones, no ser parte ante el juez. La batalla está en quién será el secretario general, quién el portavoz, los vicesecretarios regionales, etc. La tradición en el PP es trenzar macro direcciones, el ciento y la madre, como para organizar las reuniones en estadios. Así no falta gente de ningún sitio, ni de ninguna sensibilidad. De ninguna facción o edad, comarca o filiación. Eso se hará esta vez también pero todo el mundo sabe que una cosa es eso y otra el núcleo duro, expresión por lo demás de moda hace años que ahora vemos en franco retroceso y cargada quizás con un plus de cursilería.

En las direcciones provinciales se trabaja a buen ritmo organizando la estrategia y la logística de la cita granadina. Ya pocos lloran a Javier Arenas, aunque se siga usando su nombre. Se le recuerda por su estilo, se le reprocha no se sabe muy bien qué y ahí van con capitán nuevo sin el plácet de la marinería, con Zoido viento en popa a toda vela por mucho que el viento los siga llevando a los puertos de la oposición y no del Gobierno. Sus cálculos sobre lo rápido que se quemaría el Ejecutivo andaluz van a fuego lento y es el de Madrid el que puede estallar antes. Por tanto cocernos en el caldo del descontento.

La espalda del alcalde de Sevilla se apresta a ser palmeada. Pero hay quien en la otra mano tiene el puñal. Todo esto es una cuestión de personas, pero, sobre todo, de cómo se reparte el poder entre ellas. Nada nuevo bajo el Zoido.