Ay pena, penita, pena!

Después de haberle dado a este país tanto arte, después de haber regalado mi corazón hecho cante, ahora me están juzgando, ahora quieren condenarme, y me piden los fiscales tres años y medio de cárcel.

Ni Rafael de León, que era un poeta brillante, hubiera podido escribir un romance semejante. La cantante más querida, la que lloró su tragedia (la muerte de su marido aquella tarde en la arena), tratada como si fuera una ladrona cualquiera. Dicen que yo blanqueaba el dinero que Julián sacaba de sus chanchullos con Roca y con los demás. Y yo no sabía nada, y hasta lo pienso jurar, que yo sólo tuve un pecado, una falta nada más, y fue amar a aquel hombre que me quería tan mal: «Gitana, ¿tú a mí me quieres?», me llegó a preguntar, y yo le dije mil veces que más que a mi vida, más.

Y miren como me veo, contemplen mi situación, sentada aquí, en el banquillo, bajo esta acusación, junto a esta gente tan mala que una vez me engañó. Y yo no soy una choriza, que lo puedo demostrar, que el dinero que yo tengo me lo he sabido ganar con mi cante, con mi arte, trabajando aquí y allá, haciendo gala tras gala donde me quieran llamar. Que soy la Pantoja de España, no lo pueden olvidar, y que tengo más de mito que de persona vulgar, que he sido, soy y sigo siendo, esto quién lo va a negar, la cantante, la viuda y la orgullosa mamá.

Yo no quiero flores, dinero ni palmas, quiero que me dejen llorar mis pesares, que me declare el juez inocente y que a los demás Dios los ampare. Si queda justicia en el mundo, y creo yo que la habrá, de este juicio maldito saldrá un día la verdad. A Julián lo que le pase a mí no me importa ná, que si alguna vez lo quise no lo puedo recordar, que mi memoria es muy mala y siempre tiende a olvidar.

Y cuando todo esto acabe, que algún día acabará, pienso seguir adelante, no volver la vista atrás, olvidar todo aquel tiempo, los amores con Julián, y acercarme a Marbella lo justito nada más, sólo si sale una gala, un concierto, un festival, pero todo con factura y contratito legal, que yo no pico dos veces cuando lo puedo evitar.

Créame cuando le digo que han sido años muy malos, mucho dolor, mucho llanto y soportando mil palos. Y aunque al final de todo me libre de una condena y quede bien limpio mi nombre (dicho sea en hora buena) a ver quién me quita a mí toda esta penita pena.