Para constatar si un colectivo está bien o mal gestionado desde el punto de vista económico, organizativo y emocional, hay que analizar sus resultados y conocer la valoración que se tiene de él. Hoy por hoy, es notorio que la inmensa mayoría piensa que España no ha estado bien gestionada estos últimos años.

Hay quien quiere acabar con esta situación cambiando completamente el sistema. Por el contrario, soy de los que piensa que la solución a la crisis pasa, sin perjuicio de tomar medidas que regeneren nuestra democracia, por gestionar de forma eficaz y eficiente nuestros recursos y el capital humano, fomentando la igualdad de derechos y oportunidades, políticas sociales reales (no demagógicas), y creando las condiciones para que los emprendedores generen riqueza, mientras se articulan paralelamente medidas que garanticen su reparto equitativo.

España ya ha demostrado a la largo de su historia que es una gran nación, y en la actualidad dispone de personas con suficiente capacidad y formación para poner en marcha la recuperación, y mantener y potenciar nuestra sociedad del bienestar.

Si consideramos que la eficacia es la capacidad de un sistema para obtener resultados, sin preocuparse por los recursos que deba invertir para ello, y que la eficiencia es la relación entre los resultados que se logran y el costo de los recursos necesarios, entiendo que debemos trabajar por ser eficaces y eficientes, como paso previo a la excelencia. Hagamos frente a la crisis con esfuerzo, humildad, buena gestión, sin dogmatismos y buscando el equilibrio entre la creación de riqueza y su reparto equitativo. El éxito pasa por el reparto de la riqueza, no de la pobreza, y eso se consigue gestionando con criterios de eficiencia que favorezcan una mayor productividad. España está necesitada de ello en todos los ámbitos.