Ayer llegó la marcha del sindicato que lidera Sánchez Gordillo a Málaga. Venían de hacerse la misma caminata inclemente que los caracteriza desde que partieran de Jódar hace quince días. Esta marcha obrera promovida por el SAT tiene en común con otras manifestaciones políticas su hecho reivindicativo pero lo que la distingue de las demás es su ánimo sorprendente. Gordillo anuncia asombro y la prensa lo mima y alienta. Sobre todo desde que una semana antes de que partiera con «Andalucía en pie», se diera una vuelta por un supermercado. Supongo que ni en el país de las maravillas jornaleras pudo imaginarse el carismático alcalde de Marinaleda acaparando tanta atención mediática. Treinta y cinco años de lucha no violenta y la fama le llegó por las lentejas.

El robo en nuestro ordenamiento jurídico requiere de un elemento objetivo pero también de un elemento subjetivo del injusto, que se refiere a la intención. Un ratero de poca monta y un alborotador se distinguen cogiendo lentejas de un supermercado sin propósito de pagarlas en que uno se queda en las lentejas y el otro lo que quiere es dar por saco. Gordillo lo que ustedes quieran. Pero una cosa u otra.

A mí, me da que es un porsaquero. Un desobediente de esos raros que cree que se puede cambiar el mundo quejándose de todo. Ahora bien, lo que reclama, en el fondo, es justo. O eso dicen todos los que tienen voz a la derecha o a la izquierda del arco parlamentario o sus medios afines, menos Moreno Brenes. Renta básica para todos, trabajo para todos, casa para todos€ Vale, bien€ Pero si ni los mercados, ni el Banco Central Europeo, ni Merkel, ni el Gobierno, con lo que nos quieren todos, nos lo dan, será que no se puede, ¿no? La utopía de Sánchez Gordillo o la realidad de Rajoy, ojalá fuera esa la cuestión, me decantaba rápido.

Por último, está la estampa que dicen que da. Le achacan a Gordillo que ofrece una imagen en el exterior muy negativa de España. De su esperpento. Supongo que no tendrá que ver con los medios de comunicación extranjeros que comparan sus actos de protesta con los de Gandhi. Tampoco con los que lo llaman el Robin Hood español. Si nos llegaran noticias de un griego Robin Hood o de un Gandhi irlandés además de la curiosidad por saber algo más sobre sus andanzas, suscitaría, a priori, cierta simpatía e incluso afán turístico. ¿Entonces? Yo creo que lo de la imagen tiene que ver con lo vivido ayer en Málaga. La foto fue sobrecogedora. Nunca había visto tanta policía junta y eso que soy de mundo y he estado hasta en la tomatina. Ni en la final de Champions, qué digo, ni en el concierto en que Celia Villalobos se hizo amiga de los Rolling Stones, había tanto Cuerpo ni Fuerza de Seguridad asegurándonos. ¿De qué o de quién?

La manifestación del SAT de ayer no estaba entre las treinta más concurridas en las que haya podido participar en Málaga a lo largo de mi vida quejica. Unas trescientas personas. Pero en calle Larios los agentes aconsejaban a los negocios que echaran las persianas y los turistas con ganas de comprar miraban a su alrededor con caritas de haberse metido en un lío de golpe de estado bananero. Qué despliegue para defendernos de Gordillo, el de la no violencia. Sería por las cajeras, por lo de una vez maté a un gato y campechano por pegarle al chófer me llamaron. O eso, o a alguien en el Ministerio del Interior le preocupa tanto el líder jornalero que ha decidido ofrecerle el mismo dispositivo de seguridad que a un jefe de Estado. Si hay Banco Malo, habrá Pseudogandhi Malo, habrán pensado€