Sé que es pronto, pero temo que la crisis les afecte y no puedan seguir trayéndonos regalos. Espero que en este próximo mes no sufran un ERE y Sus Majestades sigan siendo tres. Por esperar, espero que todo siga como siempre y el Papa no les deje sin camellos. También me preocupa que emulen a otros soberanos y sus caderas les impidan acudir a nuestra cita.

Por si acaso, y porque creo que me he portado muy bien, les pido con tiempo unas cuantas cosas para el próximo año:

Quiero que las relaciones personales no sucumban a la frialdad de un mensaje. Exijo que los verdiales salgan en la MTV. Deseo que las fuentes del conocimiento sigan siendo nuestros mayores, y no un clic de ratón. Me gustaría que los niños jugaran juntos en la calle en vez de batirse a solas contra un televisor. Deseo que la valía y el mérito venzan a la estupidez. Ansío que en la calidez de una sobremesa siga reinando la risa.

Anhelo que los sentimientos se confiesen a la cara y no los resuma un emoticono. Me apetece que la crisis no monopolice mis sueños y que la tecnología no esclavice a la creatividad. No estaría mal que existieran cosas que no se encuentran en un buscador. También deseo que Málaga sea la provincia de Picasso y no la del pelotazo. Quiero que los bares se llenen y los bancos se vacíen.

Deseo que acaricies con tus dedos algo más que la pantalla del teléfono. Exijo que la hipoteca no sea mi sombra. Quiero que la música conmueva y la lectura sorprenda. También podríais hacer que la fruta huela y la comida sepa. Espero que los amigos se reúnan en pandillas y no en chats. Deseo que una imagen no valga más que mil palabras, y que haya menos contratos y más apretones de mano. Exijo que el espeto venza a la hamburguesa y todos los barrios huelan a biznaga.

Estaría bien que la paz fuera el primer mandamiento de toda religión y que ninguna adicción nuble los sentidos. Pido que el empleo no sea un producto de lujo. Quiero que el chiringuito sea patrimonio de la humanidad y que solo nos inunde el sol.

Pretendo que los tertulianos enmudezcan y que el miedo no aparezca en los mapas. Exijo que todo el sexo sea consentido y que la palabra violencia no sea vecina del término género. Pido que el comercio malagueño flote y la avaricia se hunda. Aspiro a que la cola en el teatro sea más larga y la de Cáritas más corta.

Ya puestos, a ver qué podríais hacer para que los hielos no se derritan tan rápido. Quiero que el tercer mundo apadrine al primero y le mande dos abrazos al mes. También pido que la sonrisa sea tu maquillaje, que la vergüenza no te impida dar el paso, y que la soledad no sea compartida. Por último, deseo que la satisfacción premie el esfuerzo, que la Rosaleda fabrique alegrías y que el año que viene esta carta sea más corta.