El cambio de año se aproxima. 2013 es ya casi un hecho igual de irremediable que la realidad que traerá. Más paro y una mayor caída de la economía, aunque parezca imposible caer aún más. La OCDE ha hablado sin miedo a equivocarse, visto que los augurios negativos están dando en el clavo. El nuevo año aumentará la cola del paro hasta el 27% y el PIB caerá un 1,4%. Cifras que ya casi no dicen nada, más allá de confirmar que aquellos brotes verdes de 2009 sólo brotaron en el mundo de fantasía de Elena Salgado, por entonces ministra de Economía y adivina en sus ratos libres. ¿Se imaginan por dónde llegarían ya las susodichas briznillas verdes de haber brotado hace casi cuatro años? Según el ritmo que hubiera adoptado el crecimiento serían ya arbustos o incluso arbolillos capaces de aguantar los vaivenes de la prima de riesgo. 2013 se presentaría tal vez como el año en el que la recuperación se confirmase, tras varios semestres seguidos de cifras en positivo y creación de empleo. Los rescates parecerían un mal sueño porque de hecho nunca habrían llegado a producirse. Puede que incluso Cataluña siguiera más o menos tranquilita en su esquina dorada.

Pero no. 2013 no será el año en que den fruto los brotes verdes de la socialista Salgado, ni en el que crezcan los de la popular Fátima Báñez. Será un año en cambio de retorno al pasado, a aquella época en la que el paro también obligaba a emigrar. Un año el próximo en el que unos cuantos miles más harán las maletas rumbo a Alemania, animados incluso ya por nuestros propios gobernantes. Tras ser formados como ingenieros, arquitectos o médicos, ahora toca instruirse para adaptarse al mercado alemán, o al escandinavo o a cualquiera capaz de acogernos. El Servicio Andaluz de Empleo ofrece ya talleres en los que se habla alemán y la flexibilidad para viajar se da por hecho. La opción en Málaga pasa por pelearse con otros 260 candidatos por un empleo en un metro que se presenta como la gran oportunidad aunque aún no haya realizado ningún trayecto. O por manifestarse con pancartas para reclamar al alcalde De la Torre el trabajo prometido en el bulevar sobre las vías del AVE.

Sin trabajo, con la maleta a cuestas y sin los servicios básicos a los que ya estábamos acostumbrados. 2013 será también el año en el que algunos municipios podrían quedarse sin farmacias y sin sucursales bancarias como antaño. En Alpandeire ya llevan más de un año sin un cajero automático del que echar mano sin tener que coger el coche. Y en Atajate, la única farmacia cerrará en unos días asfixiada por la crisis. Los vecinos tendrán que conformarse con una «farmacia móvil» que abrirá un par de días a la semana, un servicio parecido al que ofrecía una vecina que almacenaba y repartía las medicinas antes de que abriese la única botica del pueblo. Falta el aguador vendiendo el líquido elemento por las calles.

Hasta la Gran Recogida que esta semana ha celebrado Bancosol suena a otros tiempos de hambre y penurias y no a siglo XXI. Sin embargo, en este caso es reconfortante comprobar que la solidaridad sí que brota pese a las dificultades económicas. Gracias al esfuerzo común, 1.500 familias podrán alimentarse durante seis meses. 2013 se presenta difícil, pero si perdemos la solidaridad lo será mucho más.