Los antidisturbios protegen a varios concejales de una protesta laboral de los policías locales». El titular de portada de La Opinión de Málaga de ayer sintetiza la evolución del conflicto que mantienen varios sindicatos y numerosos policías locales con el Ayuntamiento de Málaga debido a la aplicación del plan de ajuste de 2013 que contempla rebajas del 10% en las remuneraciones de las horas extra, productividad y otros conceptos. El siguiente paso a ese titular sólo puede conducir a los juzgados, pues los agentes del orden público, con sus justas o no reclamaciones, están provocando precisamente alteraciones en el normal funcionamiento de la ciudad. La estampa de la noche del viernes es preocupante. Concejales refugiados en bares o encarándose con los policías; un alcalde entrando por la puerta de atrás a un acto para evitar un nuevo encontronazo; y policías locales, algunos acompañados de sus familias, presionando con su presencia y con cánticos ingeniosos a miembros de la corporación local. Tiene mala pinta el asunto.

La historia es nueva para el Ayuntamiento de Málaga, acostumbrado a un oasis laboral salvo la excepción de la plantilla de Limasa. Ahora asisten sorprendidos a las protestas de una parte de la Policía Local cuando estos han sido tradicionalmente unos de los gremios que más cercanía y mejor trato han obtenido por parte del equipo de gobierno del PP. Bajo el mando de Antonio Cordero al frente del área de Seguridad, la Policía Local vivió su etapa dorada pese a las polémicas de las contrataciones irregulares del «caso Clece», de los informes sobre la vida privada de concejales, de las disputas y denuncias entre los mandos por cuestiones sindicales, por el reparto de las horas extra... Nadie era capaz de toserles pues la mayoría, sobre todo los mandos y los afiliados a un sindicato, se sentían seguros bajo los mantos protectores de Cordero y del cesado Pascual Sánchez-Bayton. Fruto de esa complicidad y de la ventaja de contar con unos poderosos sindicatos gremiales fueron capaces de firmar convenios laborales más que aceptables en comparación con los que regían para el resto del personal del Ayuntamiento de Málaga que cobra del dinero público. En esos tiempos de bonanza nadie se cuestionaba si había un exceso de horas extra, si esas horas de más estaban bien o mal pagadas o si los mandos repartían con criterio profesional o sindical esos pluses. No se discutía al igual que no se hacía con los altos cargos del Ayuntamiento que cobraban más que el alcalde y con un pluses propios de la empresa privada. Todo era aceptado. Pero ahora el castillo de naipes se ha caído y, por más que duela, toca trabajar más o igual por menos. Y los policías locales no deben ser una excepción del resto de la plantilla municipal por más que su trabajo sea estratégico e indispensable para la ciudad de Málaga. Esta es su fuerza negociadora, pero también su responsabilidad.

El plan de ajuste municipal de Málaga no es distinto al que realizan otras administraciones en toda España. Y es igual para todos los funcionarios. Sin distinciones. Otro debate distinto es si ese plan se podría haber evitado si la gestión económica del Ayuntamiento fuera otra y no tuviera una de las deudas más elevadas del país por más que se ize la bandera de la solvencia de las arcas municipales. Pero dejando de lado esta premisa, algunos policías locales han optado por ejercer su derecho de protesta sin tener en cuenta, a lo mejor, la situación que vive este país con casi seis millones de parados. Si se aceptan como buenas las cifras que difundió el Ayuntamiento de Málaga, el sueldo de un policía local se equipara al de un técnico superior de la administración local y un agente de turno rotatorio percibe 2.133 euros al mes sin sumar horas extra u otros servicios especiales. Al aplicar el plan de ajuste municipal un agente dejará de ingresar unos 145 euros al año debido al recorte del 10% que se aplica a complementos de nocturnidad y festivos, cantidad que se se eleva al trabajar menos horas extra. Una cantidad que el sindicato Sip-AN eleva hasta los 1.185 euros al año. Demasiadas diferencias por una misma nómina.

Compartiendo el malestar que a todo trabajador le supone que le recorten parte de su salario, bien a través de pluses, de horas extra o de otros complementos, también se debería hacer una reflexión pausada sobre un conflicto que a está punto de cruzar la línea de no retorno si no lo ha hecho ya. Francisco de la Torre erró y luego rectificó al llamarlos privilegiados, pues esos sueldos altos o no fueron aprobados por su propio equipo de gobierno. Pero también se equivocan los policías con su particular forma de protesta y con ese «acoso» indirecto a gritos por las calles de Málaga. La imagen del viernes puede que se repita, pues los nervios están a flor de piel. Los policías defienden sus derechos, pero hay formas y formas de hacerlo. El Ayuntamiento defiende la viabilidad de las cuentas y no hará excepciones. La solución se antoja difícil y la crispación irá a más. Veremos