De modo sorprendente, la Iglesia de Inglaterra (centro relativo del anglicanismo), acaba de rechazar la ordenación de mujeres obispo -u obispas-, durante la celebración de su reciente sínodo general. En él han votado los tres estamentos habituales: el House of Bishops -los obispos-, que apoyó las ordenaciones con 44 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones; el House of Clergy, donde se obtuvieron 148 favorables y 45 contrario; y el House of Laity -los laicos-, que ofreció 132 escrutinios positivos, pero 74 negativos, es decir, no se alcanzaron los dos tercios de mayoría cualificada para que la ordenación de obispas fuera aceptada.

En suma, un proceso de doce años de trabajos canónicos de gran complejidad se vieron frustrados por seis votos, y precisamente del estamento de los seglares, lo cual conduce a dos reflexiones: una, que mientras que los obispos y sacerdotes consideran mayoritariamente que no existen objeciones teológicas o canónicas a dichas ordenaciones, es en el pueblo llano donde se observan más reticencias. Trasladado este dato al catolicismo, se comprende mejor el argumento de su jerarquía acerca de que medidas fuertemente reformistas confundieran a los creyentes. Esto no justifica el inmovilismo de la Iglesia de Roma, pero resulta un dato ilustrativo. Y segunda reflexión: en el anglicanismo, de naturaleza asamblearia/congregacionalista, o democrática, pesa tanto el voto del laico como del consagrado, aun cuando en este caso haya ido en contra de la corriente dominante.

No obstante, no hay que olvidar que en la comunión anglicana -compuesta por las diversas iglesias repartidas por el mundo-, sí existen mujeres obispo. En 19 de las 38 provincias de la comunión anglicana está permitida la ordenación episcopal de mujeres, y en 28 de ellas se ordenan como diaconisas o sacerdotisas. Las primeras obispas anglicanas fueron ordenadas en Hong Kong (1944), y Macao (1971). Posteriormente lo hicieron la Iglesia Episcopal de EEUU, la de Aotearoa, Nueva Zelanda y Polinesia, las de Australia, Canadá y Sudáfrica, y también Cuba. Y aunque aún no tienen obispas, su legislación lo permite en Bangladesh, Brasil, América Central, Irlanda, Japón, México, India, Filipinas, Escocia, Sudán y Uganda.

Sobre el suceso en Inglaterra, hasta el primer ministro, David Cameron ha mostrado su desolación, pero no por motivos teológicos, sino porque su Iglesia ha rechazado indirectamente el Acta de Igualdad, contra la discriminación de las mujeres. En términos más duros, algunas autoridades anglicanas entienden que su Iglesia está secuestrada por una alianza de ideas entre conservadores evangélicos y católicos.

Pasarán varios años, cinco al menos, antes de que la Iglesia de Inglaterra vuelva a revisar la cuestión. Pero «veré mujeres obispo a lo largo de mi vida», ha asegurado John Sentamu, el arzobispo de York, segunda personalidad del anglicanismo tras el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.