Tiene su gracia ver a muchos señores de derechas de toda la vida escuchando obedientes, solícitos y prontos al saludo, espaldas palmeables, cara de interés y hasta docilidad no imposada, escuchar y estar de acuerdo con dos señores que los discursean y que están en el espectro ideológico lo más a la izquierda que se despacha. Uno de los cuales es el máximo dirigente del Partido Comunista de España. Es un síntoma de civilización y sana democracia. También es la visualización de que Izquierda Unida es una fuerza de Gobierno. Y maneja presupuesto. Rafael Rodríguez, consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, dio ayer una conferencia en el Forum Nueva Economía, en Málaga. Presentado por José Luis Centella, al que ahora vemos mucho a la hora de comer en los telediarios cuando dan información del Congreso y salen los portavoces comentando sucedidos. Rodríguez, como otros de los que han ocupado ese foro, pudo tener en algún momento la intención inconsciente, propia o inducida por su equipo, de hacer lo que un castizo denominaría no sin razón y perspicacia descriptiva, «pegar una chapa del quince». Y tan temprano. Sin embargo, fue concreto y didáctico. Sensato. Elegante políticamente: piropeó la gestión de Damián Caneda, que estaba presente, por la política que ha conducido a que Málaga sea una base estable de cruceros y cualquier día podamos toparnos con miles de turistas que embarcan y desembarcan. Bendodo también estaba presente, pero estaba más manipulando el móvil.

Rodríguez anunció un plan de acción y promoción para el año que viene, la unificación de las oficinas de turismo, nuevos convenios, más lucha contra la estacionalidad (un fracaso hasta ahora) e hizo una defensa candente de la Universidad de Málaga, «debemos estar orgullosos de ella», ensalzando por ejemplo su Escuela de Turismo. Eso frente a las hostias interesadas que le llueven a la UMA en los últimos tiempos, que oscilan entre no sé qué digo con el jet lag que tengo, la inconsciencia y el puro interés por abrir camino a la entidad privada y religiosa que quiere establecerse en la ciudad. Y que a lo mejor, y bienvenida sea, puede defenderse ella sola. Rodríguez arremetió contra el new enladrillamiento que facilita la norma sobre el litoral del Gobierno central, contrarrestada por la promulgada por la Junta. Y contra la subida del IVA, pero no se atrevió a hablar mucho de una de sus ideas fuerza: que los empresarios paguen también, cofinancien, la promoción turística en las ferias y cuchipandas similares. Pareció prevalecer el aserto de «señores, tengamos la fiesta en paz». Víspera de fiesta.