Un planeta sin estrella, de tamaño mayor que Júpiter, viaja sin aparente rumbo por el espacio, según los astrónomos. Nuestro modelo primario ya no está en los astros, como en la antigua mitología, pero una aparición de algo tan radicalmente solitario puede ser entendida como una propuesta moral del cielo, frente a la conectividad global y omnímoda que se apodera poco a poco de La Tierra. El planeta sin estrella se moverá con arreglo a unas normas de circulación que le dirán por donde ir, pero mientras esas leyes sean ignoradas podemos idealizar su conducta, y tomarla de ejemplo. ¿Es posible en nuestro mundo ser planeta sin estrella, o, al menos, un modesto asteroide que se mueve entre las diversas gravitaciones, sin estar sometido a ninguna?. Aunque el mito de la libertad se aleja cada vez más de nuestras vidas, siempre hay una inesperada aparición que nos devuelve la esperanza.