Juan Ignacio Zoido no se ha quitado aún la chaqueta de alcalde de Sevilla y al paso que va no se desprenderá de ella ni cuando llegue la caló de agosto. Es en esa piel de alcalde donde se siente cómodo, con su querencia a la micropolítica, a sus barrios sevillanos, a su Caixa Forum...; y cuando tiene la tentación de placearse como presidente andaluz del Partido Popular, plis-plas, salen voces como la del alcalde de Málaga para recordarle que un primer edil nunca podrá ser presidente de la Junta de Andalucía. Francisco de la Torre es así. Las suelta sabiendo donde duelen. No le perdonará nunca que torpedeara su propuesta para ser presidente de la Federación de Municipios de España, para la que reunía más méritos que su amigo sevillano. Pero también hay que reconocerle que es el único que se atreve a decir en voz alta lo que piensa la mayoría del electorado conservador y los dirigentes del PP, sobre todo de las provincias de Málaga y Granada.

La idea común es que Zoido resta más que suma al proyecto del PP andaluz. Nada nuevo. Y no por su trayectoria. Cuando se optó por un liderazgo acuñado en Sevilla en una Andalucía que aún juega con la vertebración, el centralismo..., esa es la factura que se paga. Además, en esta tierra se paga al contado. Sólo hay que mirar las caras de la bancada popular en el Parlamento andaluz para comprobar que Zoido es un líder temporal, de cartón y piedra, al que su múltiple agenda no le permite ser alcalde, replicar a José Antonio Griñán en el Parlamento y besar a niños en Almería. La prueba de su falta de contundencia se comprueba los jueves en la sesión de control al gobierno. Griñán ha optado por ningunearlo en las preguntas, por vacilarle en las respuestas... Lo tiene fácil y lo sabe. Juguetea con él.

Se entretiene e incluso lo despacha de una forma un poca altiva, algo muy de Griñán. Y Zoido, atrapado, es incapaz de hincarle el diente a un ejecutivo de coalición para el desconcierto, la desazón y hasta la preocupación de la bancada popular. Tres días tardó en salir al paso de los presupuestos andaluces para 2013. Tres días y tres noches para decir, encima, que esta bicefalia está engrasada. De ahí viene la expresión que acuñó un parlamentario socialista de «los jueves al sol», que no deja de ser una mera ocurrencia a la caza del titular fácil. Pero algo de verdad debe encerrar para que el equipo de ideólogos del PP andaluz se rebanará los sesos para replicar la falta de altura de su líder y el pasado viernes saliera el número 2 de Zoido, José Luis Sanz, exigiendo a Griñán que acabe ya con los «martes al sol del Consejo de Gobierno».

Un éxito indudable de la sala de máquinas y de los cocineros en los que se apoya el presi popular. Las carcajadas de Javier Arenas aún resuenan por la sede de San Fernando y eso que el de Olvera no la pisa, ya que orquesta toda su labor política desde un pequeño despachito en el Parlamento andaluz. Allí piensa, trajina, conspira y repasa los nombres de los que ya no lo añoran. Una de las últimas de Arenas fue dejarse ver y fotografiar acaramelado con Griñán en los pasillos del antiguo Hospital de las Cinco Llagas cuando más arreciaban los rumores sobre la inconsistencia de Zoido. Ya se sabe que Arenas no malgasta una bala, aunque ésta también incluía un mensaje claro a María Dolores de Cospedal, la verdadera artífice de la llegada de Zoido a la presidencia del PP andaluz y que se afana desde la distancia para limpiar todos los rastros y huellas, es decir las lealtades hacia el de Olvera.

Y aunque el Partido Popular niegue la mayor, tiene un problema que deberá abordar más pronto que tarde. Griñán, al que ya le había caducado la tapa de su yogurt, ha salido fortalecido de su derrota en las urnas. Juega con cierta habilidad para influir también en el PSOE nacional como barón de la comunidad más poblada donde gobiernan y rompió todos los lazos de unión con el chavismo renovando a su equipo. Rubalcaba lo sabe y calla. Pero nadie se imagina a Zoido aireando en público su malestar con Arenas por mucho que a su círculo más cercano lo que más le gustaría sería borrar cualquier vestigio de la anterior etapa. Zoido sabe que no puede, pues aún está por ver qué papel le tiene reservado en un futuro Rajoy a Arenas.

Aunque aún queda un mundo para las elecciones autonómicas, en el PP son más lo que piensan -así lo hacen llegar de forma interesada- que el alcalde de Sevilla no puede ser el cartel electoral. Su agenda no le permite pedir en el pleno municipal la capitalidad para Sevilla, defender en el Parlamento andaluz priorizar el metro de Sevilla sobre el de Granada o Málaga y prometer en Cádiz cualquier ocurrencia. Sólo un esquizofrénico podría sobrevivir a semejante tortura. Pero puede ser peor si un día se confunde de carpeta y lee en Málaga el discurso que tenía preparado para ensalzar a Sevilla en el club Antares. Madre mía la que hubiera liao.

Por eso llama cada vez más la atención la agenda andaluza que está desplegando el malagueño secretario de Estado Juan Manuel Moreno Bonilla, carne de rumores y entresijos pues reúne el perfil indicado para que Zoido viva su «lunes al sol» en Sevilla. Esta semana presidió incluso la celebración del Día de la Constitución en Sevilla, con el alcalde-presidente mirándole de reojo pues no es la primera vez que pisa su terreno. La última fue aún más sonada. Su intervención en un foro parecía más su puesta de largo ya que el PP malagueño, con Elías Bendodo a la cabeza, desembarcó en Sevilla para marcar territorio. Ahí queda.

[Juande Mellado es director de La Opinión de Málaga]