Del pensamiento débil al pensamiento de los débiles. El filósofo italiano Gianni Vattimo acaba de dar una vuelta de tuerca a sus planteamientos de siempre con tal energía y profundidad que cabría decir que se ha pasado de rosca. O no. La sorpresa aparece en su recientísimo libro con título que apunta a mayores: «Comunismo hermenéutico, de Heidegger a Marx». La inversión cronológica muestra el sentido de su propio camino: del padre de la metafísica del siglo XX al padrino de las revoluciones románticas. Una nueva vuelta del revés del calcetín de siempre. Un regreso para intentar el enésimo progreso sobre el capitalismo. Y superarlo. Y destruirlo.

Vattimo argumenta con solidez. Primero zahiere a la filosofía digamos que convencional y después, y sobre todo, ataca a la ciencia oficial o mejor dicho arremete contra el hecho de convertir a la ciencia en ideología disfrazada. El acento lo pone, claro, en la economía por sus conexiones con la política más evidentes -y peligrosas, dirá- ahora que una crisis económica profundísima se enseñorea de todo.

Los científicos o para el caso los tecnócratas -economistas, contables, matemáticos financieros...- han desplazado a los políticos. Sus criterios tienen pretensiones de ciencia, luego de verdad y por lo tanto de neutralidad. Vattimo cree, sin embargo, que no hay tal neutralidad sino alineamiento hipócrita o abierto con el poder establecido. Con los bancos.

Pertrechado con una panoplia de herramientas filosóficas el pensador turinés insiste en que no hay descripción de la realidad sin más: toda descripción es interpretativa. Los técnicos son unos farsantes peligrosos.

Enfrente, las víctimas. Los débiles. El concepto vattimiano, ya mítico, de pensamiento débil lo pone, ahora, al servicio de los débiles. Un juego de palabras con mucha enjundia porque los débiles son mayoría y siempre han sido el motor de todos los cambios habidos. Sumando y sumando Vattimo define la democracia como mayoría de perdedores que, claro, tienen vocación de victoria.

La posmodernidad, el pensamiento débil, la filosofía fragmentaria y demás items se constituyeron contra los grandes relatos, los discursos generales y únicos, las estructuras totales por no decir totalizadoras y hasta totalitarias.

La novedad que ahora presenta Vattimo -gurú durante mucho tiempo de ese universo zigzagueante- es extraordinaria. Desde un punto de vista siquiera subjetivo ¿cómo es posible semejante cambio?

El pensador italiano, exégeta de Heidegger -quizá el mayor filósofo del siglo XX aún siendo filo nazi- reniega ahora del alemán, considera que su teísmo conduce a la desesperación y cree que solo el comunismo puede salvar a la humanidad porque ya no hay ideales que empujen a los ciudadanos a votar. Sin decirlo abiertamente, resucita así la distinción -de tradición marxiana- entre democracia formal y democracia real. El libre mercado nos ha llevado al fracaso. Solo su antítesis tiene sentido. Y porvenir.

Para despejar cualquier duda lo llega a expresar a las claras: «Por eso el comunismo; solo un ideal fuerte, en el sentido igualitario, democrático, es un ideal posible».

En este contexto la dupla fuerte/débil recuerda el par establecido, casi como profecía, por el abogado y escritor -y ministro con Suárez- José Manuel Otero Novas, que frente a la actual realidad apolínea vaticina un futuro -quizá ya un presente- de corte dionisíaco. Tal tesis la ha expuesto en un libro titulado «El retorno de los césares». Se diría, considerando los radicales planteamientos del turinés, que ya están llamando a la puerta.

¿Qué comunismo propone o avizora Vattimo? El de Lenin. Pero ¿qué Lenin? «El de la electrificación y los soviets», señala. O sea, el líder de la llamada nueva economía política. El revolucionario que ha visto cómo fracasaba la revolución -después de tomar el poder en 1917, de eso no hay duda-?y piensa que han puesto el carro delante de los bueyes. O, si se quiere, que hay que volver a Marx para quien la revolución socialista estallaría en primer lugar en la industrial Inglaterra y jamás en un país rural y atrasado como Rusia.

Vattimo cree que a día de hoy seguir el comunismo es combatir la ciencia esclava del poder -la verdad es que el comunismo fetén siempre se auto consideró, por encima de todo, como científico- y, sorpresa mayúscula, opina que Hugo Chávez y Evo Morales pilotan países que crecen más que Europa y EEUU, porque superan los esquemas neoliberales. Vamos, que son el ideal.

Vuelven los parias de la tierra de la mano de Vattimo. Y también, ay, los payasos.