Miré la luna llena. Una nube la cruzó, se instaló en medio y la dividió en dos mitades resplandecientes. Volví a la cola de registro de la compañía lowcost en el aeropuerto de Valencia, donde éramos la única dentro del recinto ampliado y modernizado pero prácticamente vacío. Los altavoces anunciaban, con reiteración, que el edificio estaba lleno de cámaras que vigilan por nuestra seguridad. La ministra Báñez acompañada de doña Soraya, al alimón, acababa de apuñalar a los pensionistas españoles. Ha sido la última puntilla del PP a los jubilados y perceptores de pensiones, que prometieron no tocar, pero ya sabemos cómo se las gasta el Memorando del FMI, que después apoya la UE y frau Merkel. A ver si la ciudadanía alemana se espabila y no la vota en 2013. Mariano Rajoy cumple con la troika y sin ningún escrúpulo, rasgo principal de los avariciosos y neoliberales, se enzarza con su gente más débil, la que sostiene a familias enteras de hijos despedidos, en paro, nietos en el cole, y cumple, así, con los poderosos en el último punto exigido para acoger un rescate que irá a salvar a las bancas alemana y francesa. Ya, sentada en el avión de no se sabe qué compañía, porque tanto la de bajo coste como la de toda la vida holandesa, señalaban la misma hora y ruta y al final nos metieron a todos en la misma nave, escucho voces de médicos españoles que han sido contratados en hospitales de los Países Bajos. Venían de Madrid, de abrazar hospitales públicos que van a ser privatizados y que si destrozan nuestra sanidad para venderlas a las empresas privadas, entonces sí, sí será una ruina para convertirse en mero negocio y en un trato clientelar a los pacientes.

En Holanda nieva. Hace unos meses se celebraron elecciones generales y en las encuestas se daba como ganador al Partido Socialista que había hecho un pacto con el partido laboralista para poder restituir la sanidad pública, la educación y las pensiones. Un debate televisivo a cinco bandas desveló al líder de los laboralistas en su giro hacia la unión con los neoliberales de Rutte, traicionando lo social. Los medios de comunicación afines a la doctrina capitalista se encargaron de despotricar y asustar a la ciudadanía si osaban votar el programa de los socialistas. Ganó el neoliberalismo. Una creyó, en su ingenuidad, que en la Europa del norte vivían mejor. Pues no. Van a comenzar con un recorte de 47.000 millones de euros firmado por la alianza entre Samson (que fue líder de Greenpeace y ahora del partido laboralista) y Rutte (líder de los liberales) porque quieren cumplir con el déficit del 1,5% en vez del 3. Más chulos que un ocho. La diferencia con los países mediterráneos es que no se lanzan a las calles, ni hacen huelga porque el índice de desempleo, aún, es mínimo. Pero los despidos masivos están comenzando a producirse en los Países Bajos.