¡Ya es Navidad! Al menos en Málaga, porque el alcalde, Francisco de la Torre, ya inauguró oficialmente el alumbrado navideño hace unas semanas, con su séquito de policías locales cabreados (y es que si un acto público del alcalde no es boicoteado por las protestas de las fuerzas de la ley carece de oficialidad). Con la ciudad iluminada, como un club de lucecitas de esos que te encuentras en la carretera de La Mancha rumbo a Madrid, el espíritu navideño se apodera de todos los malagueños. De mí el primero.

Todos, sin excepción, alineados como cybors incurrimos en las mismas cosas, Navidad tras Navidad; año tras año y así será toda la vida. Y es que aunque nos quejemos, deporte oficial para nosotros los malagueños, en el fondo nos va la marcha. Nos pone mucho eso de pasear estos días por la calle Larios, Granada, Nueva, etc. sin poder dar un paso, que más que Málaga parece el centro de Tokio en hora punta, o coger el coche y venirse al Centro e intentar aparcar, misión más difícil que pellizcar un cristal.

Una vez que el malagueño tiene el coche estacionado, después de dos horas dando vueltas por el ayuntamiento desiste y lo deja en un párking público, comienza la segunda fase de su misión: buscar regalos adecuados para la familia. En un principio, las intenciones son buenísimas y queremos encontrar el regalo perfecto, ése que deje a todos con la boca abierta, original y bonito como ningún otro. Pero la intención es una cosa y la realidad es otra muy diferente. A las dos horas de no poder caminar y de pensar en el dineral que te va a costar el párking recurres a los clásicos: el disco recopilatorio de Julio Iglesias o Raphael para tu madre, el jersey liso para tu padre y la funda de móvil hortera para tu hermana.

Otro tema para analizar en Navidad es la lotería. En Málaga nos volvemos locos buscando ese número que tan buena espina nos da y cuando ya tenemos empezamos a fantasear con esa imagen en el bar del barrio, abrazándonos con la familia y amigos botella de champán en mano. Porque seguimos pensando que la lotería toca, cuando no es así. Es todo un invento del calvo del anuncio para sacarnos los cuartos... No, los pueblos que salen el día 22 celebrando que les ha tocado el «gordo» no existen, son funcionarios estatales ejerciendo de actores para sacarse un dinerito extra después de que Rajoy les dejara sin paga extra. Y por no hablar de las comidas y cenas. Empresas y amigos se lanzan a la calle a comer y beber como si no hubiera un mañana... Yo, de momento, empiezo ya el gimnasio y no lo dejo como propósito de año nuevo, lo hago como medida preventiva. Fun fun fun.