Hace 70 años que Bing Crosby grabó por primera vez el villancico White Christmas, uno de los más famosos y, sin duda, de los más traducidos y de los más cantados cuando llegan estas fechas. También en español... Sirva la libre adaptación de «I´m dreaming of a white Christmas» como «¡Oh! Blanca Navidad!»... Asistimos en los últimos años a un debate de patio de colegio que ha tenido su último episodio con la publicación del primer tuit en el perfil del Congreso de los Diputados, a cargo de su presidente, Jesús Posada. No tuvo otra ocurrencia que felicitar la Navidad utilizando una ilustración de un portal de Belén. ¡Vaya por Dios! y perdón por el Dios. ¿Cómo es posible? A lo mejor lo más apropiado sería felicitar la Navidad con la foto de un cactus... Entiéndaseme la ironía, dicha, además, con sarcasmo e incredulidad, repartidos a partes iguales.

Las corrientes laicistas son tan atrevidas que proponen la creación de bautizos sin pila ni agua bendita, como en El Borge. Indiscutiblemente, el mundo gira, como cantaba el mítico Jimmy Fontana. Pero tantas vueltas han debido provocar más de un mareo. No se explica de otra forma que se vomiten ciertos planteamientos. Por ejemplo, en Oxford han llegado a proponer hasta la prohibición de la palabra Navidad para sustituirla por Festival de las luces de invierno. Con esto pretenden censurar todo lo que recuerde que la Navidad es una fiesta cristiana, intentando convertirla en algo indiferente y centrándolo en el consumo de mercancías. Claro está que de un tiempo a esta parte, todo el aparato externo que rodea a la celebración del nacimiento de Cristo, con luces de colores por doquier, que se encienden y se apagan, y esa necesidad imprescindible de ser feliz por pantalones, y consumiendo, aunque estemos en crisis, haya podido confundir a más de uno sobre el verdadero sentido de esta fiesta.

Los que conmemoramos esa llegada al mundo cada año, y creemos que el Niño que vino lo hizo para salvarnos, con toda la humildad y toda la sencillez, somos generosos y compartimos nuestra alegría con los demás. Aunque no piensen lo mismo. Pero, por favor, que lo hagan con respeto y sin pretender desvirtuar esta tradición en algo que no es o darle un significado que no tiene. Porque otras cosas puede, pero la Navidad laica, laica, no es.

La polémica a cuenta de la felicitación tuitera del Congreso (tan políticamente correcta que se hizo en las cuatro lenguas cooficiales del Estado) ha coincidido, precisamente, con la irrupción en la red social del Papa Benedicto XVI. El miércoles escribió también su primer tuit, en el que bendecía a todos de corazón. ¿Qué esperaban? Alguien pensaba que diría: «Hace tanto frío que he visto a un pingüino con abrigo en la vía de la Conciliazione». Pese a la limitación de los 140 caracteres, el Vaticano confía en que pueda ser un medio eficaz para trasmitir el mensaje de la Iglesia, adaptándose a los nuevos tiempos, como Pío XI, que fue el primero en hablar por radio, en 1931. Aunque ahí no había trolls anticlericales.