No era 28 de diciembre, ni siquiera estaba fijada la fecha de ayer por los mayas. Pensábamos que se trataba de una broma de mal gusto. Pero no. Las redes ardían a raíz de un mensaje publicado en Twitter por Ignacio González (@igonzalezPP), presidente de la Comunidad de Madrid, y él mismo nos confirmaba con otro tuit que la cosa iba en serio: «Una persona de mi equipo ha pinchado por error en un enlace y se ha publicado un tuit que no es mío. Disculpad». Para entonces, pese a que el tuit en cuestión había sido eliminado de inmediato, miles de personas se habían encargado de reproducirlo en sus propias cuentas e incluso en blog, espacios informativos y soportes varios donde reflejar el «chiste verde» de la tarde, de la semana, del mes y si me apuran, del año. ¿Acaso aún se cree algún pecador cibernético que con echar a la papelera su pecado ya se ha cumplido la penitencia?

«Mensaje para mis amigas», rezaba en la primera línea, con una imagen ilustrativa, a modo de postal navideña, donde figuraban los Reyes Magos, estos que ahora parece que eran andaluces y no de Oriente. Debajo de los mismos otro revelador eslogan: «Si estoy loca es cosa mía». Y no estaba loco, ni Don Ignacio, ni ese asesor amigo -con personas de confianza de tal calibre, para qué aspirar a tener enfrente a Tomás Gómez, a Gallardones o Aguirres-, como mucho de parranda.

Advertidas desde un principio las amigas, que no los amigos de entre más de 9.200 personas que ayer tarde seguían por Twitter a González, pasamos al chascarrillo sin gracia alguna: «Los Reyes Magos, tenían frío y les di un abrigo. Tenían sed y les di agua. Tenían hambre y les di comida. Querían sexo... y les di tu dirección. Así que ponte las pilas, porque son tres y uno es negro ja, ja, ja, ja». Ni una pizca de gracia. Ni la más mínima. El que tendría que ponerse las pilas, de una vez por todas, es usted. Que viene «el negro». O el «feo», que en el caso de la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, era durante la pasada Eurocopa el internacional francés Ribery, apodado «Scarface» -en inglés, cara cortada-. Empezamos a estar cansados de quienes, desde su elevados púlpitos, como representantes o personalidades públicas, utilizan las redes sociales tan a la ligera. Sin reparar ni un solo instante en la sensibilidad de quienes están al otro lado de la nube.

Basta ya. De racismo, de machismo, de todos los «ismos» que nos convierten en ciudadanos miserables. Empezamos por un chiste en la barra de un bar y, a las puertas de ese supuesto cambio de era, en pleno siglo XXI, acabamos por cargarnos a voces -en el mayor altavoz que haya creado el hombre, la red-, siglos de lucha por la igualdad entre semejantes. «¿Qué parecen dos gitanos en una bici?», bromeaba otro cargo de los populares mucho más cerca, en Fuengirola. Otro a quien advertirle de que viene «el negro». El negro, muy negro, futuro que le queda como político. Al tiempo.