Aveces piensa uno que existe un universo pararelo. Otro mundo donde suceden las cosas al margen de nosotros. Y de las que no te enteras. Paso las páginas del diario y leo que Pedro Pacheco deja su acta en la Diputación de Cádiz. Cáspita, Pacheco sigue vivo. Y hasta coleando políticamente, parece. Pacheco dice que va a dejar la Diputación para centrarse en la política municipal, en Jerez. O sea, que no sólo está en política todavía sino que además es pluriempleado. Pero es que encima, eso me pasa por curioso, voy y me entero de que tiene un partido. Que se llama Foro. Los gatos tienen siete vidas y Pacheco es un gato de la política al que todavía si nos descuidamos lo vemos en el Parlamento andaluz de nuevo. Maullando contra todos, frente ancha, ceceo orgulloso, traje de corte italiano y la mirada altiva como de alguien que hubiera salido indemne de una inspección de Hacienda. Pacheco es un buen y agradable tipo, campechano, fiel a sus amigos, fiel enemigo de sus oponentes también. Pudo ser Carod Rovira sin «malage» y hasta intentó ser nuestro Artur Mas pero su carrera política no llegó a mayores cotas por tres razones: una, porque uno de sus pasatiempos preferidos, o más bien pasión, era pelearse con Rojas Marcos, y ahí han tenido entre los dos dividido al andalucismo por los siglos de los siglos.

La segunda es porque no arraigó el PA nunca del todo aquí porque el PSOE es tenido y tomado y ejerce, el andalucismo light de izquierdas que era el núcleo esencial de los andalucistas. La tercera razón de que no llegara más lejos en política es que no se afilió al PSOE cuando tenía veinte años. No es factor menor que Andalucía sea muy grande y no pudiera tener omnipresencia en toda ella, siendo por tanto percibido más como un político del municipalismo, del oriente andaluz. Uno recuerda a Pacheco en esos años de la castaña haciendo campaña con un coche, un conductor amigo fiel, un megáfono y bocadillos de mortadela. Ha fundado tantos partidos como partidos ha enterrado. Pasará a la historia por una frase que el acervo popular ha hecho suya y que ahora (un fiscal pide 17 años de cárcel para él por contratar a dos personas en el Ayuntamiento) podríamos gritar todos a coro y después ciscarnos en un Código Civil. Su práctica fue deleznable, pero si esa fuera la vara de medir -al trullo por contratar gente- entonces habría que fusilar o meter cien años en la cárcel a todos los presidentes de Diputación, alcaldes o ministros. Pacheco entre rejas es capaz de fundar un partido, perder con él todas las elecciones y entrar a formar parte del equipo de gobierno de la prisión. Ahí está el tío. La frente despejada, la mirada altiva, el andalucismo en las venas, toda la vida en el coche oficial. Coleando.