Nos volvemos irascibles. Si no has tragado antes ya no te pasa ni un pelo, y lo insoportable se te hace más insoportable. Sales tarde de trabajar, compruebas que el polígono hierve de coches. «Bullen clientes en los umbrales del latrocinio», que diría algún personaje bíblico, o incluso uno de esos clientes con etiqueta de hombre de bien y de orden que sale del local con parte de la paga de menos y algunas copas de más. Copas de Navidad y sexo de pago.

Whisky matinal

A la mañana siguiente, temprano, desayunas al lado del trabajo. A tu lado tres hombres toman café y uno whisky en una vieja copa de anís. Rondan los 50 años y cuentan ufanos que aún no se han acostado. Hablan entre ellos, gritando el que bebe en copa, y algunas de las barbaridades que cuentan, mientras en una mesa dos niños y una niña juegan con sus consolas, hacen que se te atragante el desayuno. No sólo porque ninguno se parece al Richard Gere de Pretty Woman, sino por la cosificación a la que someten en su relato a las chicas con las que han estado. Uno puede llegar a sentir miedo de hasta dónde el ser humano es capaz de degradar incluso al animal que lleva dentro, un bicho que no tiene por qué despreciar tanto a las reses que devora.

Arder naves...

Te entran ganas de decirles que manchan tu mañana de tristeza en estos días complicados, pero sabes que te mirarían sin entender qué les estás contando, pensando que eres un poco maricona o algo así, que no has vivido ni bebido nada. Y no podrías explicarles que sí lo has hecho, ni soltarles eso de que has visto arder naves más allá de Orión sin que alguno piense, quizá, que se te ha llenado la boca de insecticida. Cómo confesarles que crees en un mundo en que cualquier mecánico pueda leer a Ciorán, o al menos a Savater, sin necesidad de estar titulado, de igual manera que hay licenciados que jamás han leído nada que no tenga que ver con su profesión. Y te vas pensando en cosas como…

Cloacas de poder

…tanto dinero fluye en esos falsos bares-hotel y a dónde se va. Roberto Velasco, en su libro Las cloacas del poder, recuerda que un tercio del PIB mundial procede de actividades irregulares o criminales, y distingue claramente entre empresarios y negociantes. Súmele a eso gastos legales pero mal premeditados, como ahora sabemos que fue el Plan E, por ejemplo, y se te hace aún más difícil seguir tragando ajustes. El Tribunal de Cuentas ha explicado, la misma semana en que Rajoy se desdecía por última vez tras un año de desdecirse, por qué aquel plan de impulso económico de Zapatero fue un desastre y sólo conservó el trabajo el 4% de los parados que fueron contratados durante esos meses.

El taco

Otra ráfaga triste, y no de viento, te sacude en la cara como un guantazo cuando lees que la retribución media de los ejecutivos y directivos de las grandes empresas ha sido de 450.000 euros, mientras la media salarial en España es de unos 20.000 (aunque es una media aritmética, ya que demasiados sueldo ni son ya mileuristas). El taco anual de quienes se lo llevan en las empresas del IBEX ha subido más de un 3%, en el peor año de crisis, mientras subían por encima del 30%, por ejemplo, los parados en Andalucía. O mientras caían hasta los 750 euros sin pagas extraordinarias algunos contratos de nuevos periodistas con suerte de tener contrato, por poner otro ejemplo. No resulta extraño que, aún habiendo gastado unos 18 euros por persona respecto a la Navidad pasada, cada español se juegue hoy unos 82 euros a la lotería. Lo que ya no es poco dinero.

Felicidades

Ya no me pasa ni un pelo. Le he llegado a cuestionar el regalo navideño a la encantadora persona de Protocolo de Diputación que me ha llamado. He estado tenso hasta que me ha dicho que sólo son dos botellitas pequeñas del mejor aceite de la provincia, y le he visto cierto sentido al detalle. Pero es que ya no trago (y para colmo ahora lo de la sanción al Málaga). En fin, que nos vemos viendo belenes por la calle. Feliz Navidad… Porque hoy es sábado.