Hacemos vida en el interior de historias, que son el decorado de fondo de una programación que nos dan y (en menor medida) nos damos. Podemos participar de esas historias con más voluntad o menos, pero eso no importa mucho. Las historias son la trama, la red, el tejido, en el que se inscribe nuestro relato personal. Nochebuena y Navidad son hitos de uno de los grandes relatos de los que somos parte (literariamente magnífico), y se pueden vivir como costumbre, con acento religioso, con sentido de culto a la tradición, con respeto ritual al calendario, bajando al sustrato pagano del renacimiento cíclico de la vida, con intención astronómica y hasta con deliberado y rebelde desapego. En el fondo da lo mismo: seguimos estando dentro del tejido, de igual modo que, leamos o no leamos, nuestra mente y conducta funcionan al dictado de la historia universal de la literatura. ¡Feliz noche!.