Soy un chino andaluz, por Bartolomé Florido Luque

El salario medio en Andalucía respecto a España es de un 30% menos. En pensiones, andamos un poco mejor, sólo es un 25% menos... Hace lustros, un iluminado consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, buena persona y con muy buenas intenciones, fletó un avión y se fue a China a promocionar el turismo en Andalucía. En aquella época el ideal de mil millones de chinos era ser propietario de una bicicleta. Según me contó alguien que estuvo presente con el «Marco Polo» andaluz, durante el tiempo que estuvieron en un hotel de cinco estrellas en Pekín, la manzanilla, la mojama, el jamón pata negra, los langostinos de Sanlúcar y el lomo en manteca «colorá» no faltaron en ningún momento. Y no había cazuela de arroz de la Venta El Túnel, porque se les pasaba el arroz… Creo que llevaron hasta un cuadro flamenco, un «tío» vestido de torero, otro de «picaor», la cabeza de un toro disecada y 3.000 sombreros cordobeses. Y claro, la delegación, a la hora de comer, eso de rollos de primavera y arroz tres delicias, «nanai de la China», nunca mejor dicho. Durante una semana, Andalucía invadió Pekín. A todos los chinos que veían en la calle les colocaron el sombrero cordobés, les daban un trozo de mojama y una copita de fino. Todos los días, llegaban fotos a los medios de comunicación y les trasmitían el «gran éxito» de la delegación andaluza en China. ¡No nos costó dinero el viajito a los andaluces! Porque el avión iba lleno, ni un asiento libre. Y ninguno de los que fueron pagó un euro, salió todo de los bolsillos de los andaluces. Hasta la propina la pagamos nosotros. Eso sí, hubo banderas andaluzas por todos lados. El resultado del viaje promocional fue un éxito sin precedentes: chinos a pasar sus vacaciones en Andalucía no vino ni uno. Pero chinos para abrir tiendas de un euro y restaurante chinos y asiáticos, vinieron unos 20.000. Para el próximo viaje promocional de Andalucía que se haga a las Islas Galápagos, yo también me apunto.

La Corona y el destino español, por Antonio Romero Ortega

Partiendo de la base de la delicada situación de España, han aflorado, una vez más, los odios y resentimientos contra la Corona. El hecho de que la actual monarquía española sea parlamentaria, es decir, que el Rey reina pero no gobierna, deslegitima de entrada los ataques contra Su Majestad, pues el monarca, por mucho que se le acuse de mandar «bajo cuerda», no tiene, ni quiere tener, el poder ejecutivo. Sí es, empero, una figura simbólica de primer orden, en tanto encarna una institución de tradición multisecular en España, en torno a la cual se gestó la unidad nacional. Por tanto, proponer ahora extravagantes hojas de ruta tendentes a un cambio de régimen, sólo tendría consecuencias perturbadoras para España. No hay que olvidar que fue el propio don Alfonso XIII el que trajo la República a España, pues aunque abdicó, los votos monárquicos superaron con creces a los republicanos en las elecciones de abril de 1931. ¡Que no se repita el error!

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