Me pregunta un amigo asturiano: ¿Qué se ha hecho de las teorías de Richard Florida? El profesor norteamericano que lanzó el concepto de las clases creativas y de la mejor posición de aquellas ciudades que consiguen atraerlas. Según contaba el mismo, lo que despertó su interés fue la noticia de que la empresa Lycos dejaba la ciudad de Pittsburg, donde él ejercía de profesor, para trasladarse a Boston. ¿Por qué, si Pittsburg era más barata y Boston no concedía ayudas fiscales? Llegó a la conclusión de que Boston ofrecía los profesionales creativos que Lycos necesitaba para desarrollarse. Siguiendo este hilo llegó a la teoría propuesta en el libro The Rise of the Creative Class y a la idea de las 3T, en que las claves del crecimiento económico de las últimas décadas eran la tecnología, el talento y la tolerancia, y el principal factor de desarrollo, las personas creativas que, por lo general, buscan ambientes urbanos de mentalidad abierta y con una buena oferta cultural y de entretenimiento. De ahí nacieron conceptos chocantes como el índice gay, que relacionaba la proporción de homosexuales con la vitalidad económica, pero no como una relación de causa a efecto, sino como síntoma o indicador: las ciudades tolerantes y abiertas, por el hecho de serlo, generan más crecimiento y atraen a los gays al mismo tiempo. Las teorías de Florida fueron objeto de debate y de duras respuestas, pero producían fascinación, lo que le llevó a miles de congresos y conferencias por todo el mundo; también allí donde los usos y costumbres en materia de movilidad son distintos a los de Estados Unidos. Y en España, Florida elogió a Zapatero por su actitud hacia los derechos de grupos como los homosexuales y los inmigrantes, y llegó a decir que podía ser el líder más influyente del siglo XXI por su visión avanzada de los derechos humanos. Estas cosas las dijo justo cuando la crisis empezaba a asomar la cabeza pero todavía no éramos conscientes de su dimensión, y el Gobierno menos que nadie. En realidad, Florida evaluaba el balance del primer cuatrienio de ZP, el de las leyes sobre lo que los americanos llaman «libertades civiles», pero nuestra memoria está totalmente ocupada por el segundo mandato, el que echó gasolina de déficit y deuda al incendio de la recesión. Alguien que consideró a Zapatero el visionario del siglo parece hoy digno de sospecha. Y poca atención vamos a prestar a la emergencia de las clases creativas cuando el problema es pagar los 10.444 millones de valor negativo de Bankia, donde se aplicó la creatividad a la española: la del pelotazo a seguir. Algo bastante alejado de la tripleta «tecnología, trabajo, tolerancia» de Florida que, sin embargo, tal vez sea necesaria para salir de ésta sin volver a meter la pata.