Llega la calma tras la tormenta y apenas una semana después de la reveladora entrevista de Oprah Winfrey a Lance Armstrong los días de reflexión siguen dejando un importante vacío y numerosos interrogantes que no han sido respondidos. El boom mediático del exciclista y, por qué no decirlo, mentiroso Lance Armstrong fue de dimensiones mundiales con un recorrido devastador. Su confesión corrió como la pólvora exponiéndose a un juicio público e inmediato. Abrió informativos, rellenó portadas de periódicos y fue trending topic mundial en twitter. Quién más y quién menos conocía las hazañas deportivas del excorredor norteamericano y tampoco eran pocos a los que se les escapaba su historia emocional cargada de superación. «Un cuento de hadas que era mentira», sentenció. Armstrong no sólo había vencido a un cáncer, sino que se había convertido en el ciclista más laureado de la historia. Una mentira.

Lance abrió la Caja de Pandora del dopaje, pero sólo la dejó entornada, no tiró de la manta y tampoco destapó la famosa trama que hay detrás. El excampeonísimo confesó sus crímenes y sus mentiras: «No tenía miedo de que me descubrieran. La última vez que me dopé fue en 2005. Mi cóctel era EPO, transfusiones y testosterona. Pasaré el resto de mi vida tratando de enmendarme y disculparme. Quise perpetuar la historia. Doparme era normal, como meter aire en tus neumáticos y agua en tus botellas». Vamos, sin desperdició.

En sus declaraciones Lance salpicó al ciclismo e incluso al mundo del deporte. Nadie, ningún deportista escapa ya al ojo acusador y a la mirada sucia tras la caída del mito. Armstrong no dio nombres, no ofreció detalles de los laboratorios que realizaban sus transfusiones, no ofreció números de cuentas ni tampoco lugares donde cometía estas tropelías para cerrar por fin tan dura y escandalosa etapa. Prefirió callar.

¿Qué pasará con sus siete Tours? ¿Está ahora el ciclismo limpio? ¿Recuperará la credibilidad del aficionado un deporte tan castigado en los últimos años? ¿Se puede alcanzar la gloria a cualquier precio? ¿Es el ciclismo el único deporte en el que hay dopaje? Son pedaladas hacia lo desconocido que sólo el tiempo y la buena voluntad de los que ahora corren y mandan en los equipos podrán solucionar. El resto, los aficionados que hemos disfrutado con cada coronación, que empujamos desde la distancia o que sufrimos cada puerto y cada pico sólo nos queda mirar al final de la meta y esperar que los héroes no se conviertan en villanos.