Lo que nos parecía imposible es ya una realidad palpable. El Gobierno español ha logrado el récord de los seis millones de parados (¡el 26 por ciento de la población activa, la cifra más alta jamás alcanzada por país alguno en la historia de la moderna economía mundial!) y aquí parece que no pasa nada. Nos aseguran que el desastre continuará -lo dicen ellos mismos, los ministros, cada uno a su forma- y que en 2014 todavía habrá más paro. Y aquí parece que no pasa nada.

El presidente se quita de en medio de la tempestad, se va a América a rendir pleitesía a la inductora de nuestra ruina, le pierde la cara los escandalazos de la corrupción. Y aquí parece que no pasa nada.

Cada vez está más claro que la criminal reforma laboral, decretada por Rajoy en beneficio directo de los empresarios y en perjuicio absoluto de la clase trabajadora, a la que se le despide por una miseria, ha sido la causante del salvaje aumento del paro, que está hundiendo en la pobreza real a millones de españoles, que no tienen para comer. Y aquí parece que no pasa nada.

Los partidos discuten en el Parlamento sobre galgos y podencos. Los socialistas, dormidos, actuando como funcionarios en medio de una guerra a muerte como la que se está librando, se empeñan en mantener a los mismos dirigentes, amortizados y poco creíbles, esos que fueron derrotados estrepitosamente por ineptos, cuando en realidad sería llegada la hora de que volvieran a ser un partido de izquierdas con gente nueva y con ideas nuevas que recuperara a sus militantes. Pues no es así. Las encuestas dicen que populares bajan, pero les da igual porque no tienen a nadie en frente.

Parece como que a los políticos no los desenganchan de los beneficios del poder ni con aceite hirviendo. En la derecha esa indecencia se aprecia más claramente. Navegan impertérritos por entre el mar de desgracias que están ocasionando. Que yo sepa, ni uno solo se ha dignado bajar a la realidad de la calle, contemplar de cerca el drama de un desahucio, la tristeza de los despidos de padres de familia desesperados, el dolor físico de quienes no son atendidos en las urgencias, suprimidas por el pésimo desajuste de un presupuesto que antepone los sueldos millonarios de personajes como la señora Cospedal antes que las necesidades vitales de las personas. Y aquí parece que no pasa nada.

Nos vienen asegurando que la reforma laboral reducirá el déficit, pero es otra gran mentira. El déficit ha aumentado. Nuestra economía no crece ni crecerá hasta que la señora Merkel y sus brujos europeos lo decidan. Y eso no será hasta ver qué pasa con las elecciones alemanas.

El señor Bárcenas, según los periodistas que hacen su seguimiento, se exhibe pletórico y feliz en lujosos restaurantes; sigue haciendo su vida de señorito de siempre, mientras todo el mundo se pregunta sobre los 22 millones de euros de Suiza, sobre las mamandurrias que, según uno de los beneficiados, ha venido derramando a los jefazos de Génova.

Nunca se vio un escándalo de corrupción política de este nivel en torno a la financiación de los partidos políticos.

Pero, ya digo, aquí parece que nunca pasa nada. Y es que, no nos engañemos, en realidad, aquí nunca pasa nada.

*Rafael de Loma es periodista y escritor

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