Los agentes del Sare de Málaga tienen la orden, según manifiestan los propios vigilantes tras cinco minutos de diálogo, de multar a todo Dios. El alcalde De la Torre nos vendió la expansión de la zona azul a La Malagueta y alrededores como, poco menos, que una bendición papal. «Buscamos la felicidad de los malagueños», dijo textualmente el primer edil. Y se quedó tan pancho. Percibo que, al viajar en coche oficial, no se ve en la necesidad de meter el eurito de rigor y luego encontrarte con la multa si te pasas un cuarto de hora. ¡Que levante la mano el que no se haya encontrado en semejante tesitura! Se subsana, eso sí, metiendo tres euritos y pico más. Y denuncia cancelada. O sea casi cinco euros la broma. Casi mil pesetas. Pura felicidad para el alcalde que se convierte en mosqueo del denunciado cuando, al tratar de negociar con el agente, te advierte de que «las órdenes» son vigilar y multar. Eso sí, el hombre te acompaña a cancelar la «receta» en la maquinita. Ahora el alcalde se encuentra en plena trifulca con la Policía Local y los agentes hacen huelga de bolis caídos, para beneplácito del ciudadano. Eso sí, cuando hay fútbol en La Rosaleda, el mandamás de turno manda a sus vampiros más fieles a hacer horas extra y a multar a filas enteras de vehículos.

La norma se extiende al resto de la provincia. En todos sitios cuecen habas. Les hablo del ejemplo de Vélez Málaga, municipio que tiene a un par de figuras en eso de las multas. Mi favorito es el agente 12.151, apodado El «Zorro», porque donde pone la PDA pone la multa. Va sentado de copiloto haciendo la ronda e infracción que ve, infracción que apunta. Sin bajarse del vehículo. Sin comunicarlo. Sin rellenar el formulario rosita y ponerlo en el parabrisas, como mandan los cánones del «date por jodido». El «Zorro» saca el lápiz táctil como hacía con su revólver John Wayne en sus mejores interpretaciones en las pelis del Oeste y apunta modelo del coche, color, matrícula y, casi, casi, el color de los calzones del ocupante (él) o de la talla de sujetador (ella). Un crack este «Zorro». No es para nada escrupuloso este guardián del orden. Le da lo mismo semáforos en rojo que líneas continuas. La cuestión es gastar pronto la batería de la PDA. Poner multas y restar puntos del carnet. Y lo curioso de la historia es que el conductor, al contrario que con el Sare, donde siempre se puede «regatear» con el vigilante, esta vez sólo puede pagar y callar. Cuando el Patronato de Recaudación notifica la multa ya no hay más tu tía. Es la palabra de El «Zorro» contra la del infractor. Y la ley del Oeste, como antiguamente, es la que prevalece en el año 2013. Se puede recurrir, claro, pero sabiendo que se gasta tiempo y dinero.