Esta semana respondía a una de las decenas de llamadas que cada día llegan hasta las oficinas de Málaga Acoge. Un señor preguntaba por el trabajo que hacemos en la entidad: «Ayudar a la promoción integral del inmigrante pone en su web. ¿Eso qué es?», decía. La respuesta que di se resume en echar una mano de muchas maneras a las personas que vienen de otros países para su plena integración en la sociedad, para que sean totalmente autónomos y tengan los mismos derechos y obligaciones que cualquier otra persona. «Entiendo€», respondían desde el otro lado del teléfono. «Y a mí, que quiero ir a trabajar al extranjero, no me ayuda Málaga Acoge». Le di una, dos, tres respuestas, argumentos, explicaciones, contactos, referencias a entidades que sí le pueden ayudar€ Pero ahí, la conversación entró en bucle que acabó en un «bueno, ustedes hagan lo que quieran, pero no se traigan a más inmigrantes».

La conversación no llegó a diez minutos. Probablemente, jamás hubiera convencido a mi interlocutor de que todos somos ciudadanos, personas, seres humanos, iguales. Ni mil años con buenos argumentos hubieran bastado. Y me quedó claro que esta persona pertenece, con casi total seguridad, a ese 20 por ciento de andaluces que, según los datos del Observatorio Permanente Andaluz de las Migraciones (OPAM) de la Junta de Andalucía, son abiertamente racistas: al grupo de quienes no creen en la plena integración de las personas inmigrantes y son excluyentes. Por eso, en el estudio sobre las Actitudes de la población autóctona en materia migratoria, se destaca la necesidad de ganar la batalla contra el racismo mediante la sensibilización del 80 por ciento restante, para que nunca se pasen al otro 20 por ciento y hagan crecer la cifra. Hay en el citado estudio un par de datos muy relevantes. La cifra de personas que veían al menos que la inmigración era mano de obra necesaria y respetaba plenamente sus derechos ha caído en cinco años del 43 al 25%; y quienes tenían dudas sobre los beneficios de la inmigración han subido del 30 al 42%. Tenemos por tanto, un 67% de andaluces cuya visión sobre las personas inmigrantes va en declive (el restante 13% ve positiva la inmigración). Seguro que conocen a alguien, porque ese 67% es muy de iniciar frases con «yo no soy racista, pero...» El informe liga a la situación económica la actitud sobre la inmigración, por eso de que en este país durante el boom económico quisimos trabajadores pero vinieron personas. También lo liga al nivel educativo. Y, por tanto, es ahí donde cree muy necesaria la puesta en marcha de medidas de sensibilización preventivas para cambiar la tendencia de estas cifras.

No es fácil, claro que no. Y la comunicación ahí juega un papel fundamental. Pedimos abiertamente a las administraciones y a los políticos que sean conscientes de ello. Y, sobre todo -como bien indica el informe- subrayamos la importancia de que las actitudes racistas y discriminatorias no formen parte del discurso político institucional: una vez instalado ahí, tendremos mucho camino desandado y habremos tirado a la basura los planes de integración desarrollados en los últimos años. Medidas como la reforma sanitaria no hacen más que hurgar en la herida racista y agrandarla; como también lo hace el borrador que pretende reformar el Código Penal encaminado a la criminalización de algo tan básico como la solidaridad. Y no digamos ya las declaraciones de multitud de políticos que, quizás, sea mejor ni nombrar.

No olvidemos que el racismo no es sólo una actitud: es una amenaza a la cohesión y la calidad de la convivencia de cualquier sociedad. Es un virus difícil de eliminar y con consecuencias que pueden ser nefastas. Ejemplos, ya saben, no faltan. Y, en fin, además, si las administraciones se lo tomaran en serio, probablemente, no tendría que contestar más llamadas absurdas como la de esta semana. Por eso, pedimos que los discursos y palabras que escucharemos hoy 21 de marzo, Día Internacional contra el Racismo, sean un paso adelante y se transformen en hechos. Porque, como dice el informe y muestran los datos, necesitamos actuaciones decididas para luchar contra el racismo y la discriminación.

Nacho Sánchez es técnico de Comunicación de Málaga Acoge