Se podría hablar muy en serio de que Hacienda deje desgravar las pérdidas de juego en casinos y bingos pero esperemos a oír la explicación de alguien responsable. O de alguien irresponsable, que la dará mejor. Lo haría estupendamente la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que fue capaz de relacionar a los desahuciados con etarras con mucho más aplomo que María Dolores de Cospedal de explicar lo de los salarios diferidos de Bárcenas. Hace falta un mercenario de la declaración que no le tiemble la voz y actúe -en términos teatrales- con firmeza. Hablamos de la declaración de prensa, no de la de renta.

Como el planteamiento de que desgraven las pérdidas de juego es increíble, cuando vas a por más información la única inteligible que dan es que trata de otro regalo para Eurovegas y otros tales. Al dinero jugado lo llaman inversión, como en la Bolsa, y a la Bolsa se remiten para encontrar desgravaciones parecidas. Acabaremos todos sobre el verde tapete reclinados. Este enero, los periódicos salmón proclamaron que tocaba invertir en bolsa porque no iban a dar un euro por tener el dinero depositado en los bancos. Como el dinero cuesta tanto ganarlo a mucha gente no le apetece jugar con él y menos viendo caer la bolsa a diario. En el corralito de Chipre, brotó una gripe aviar bancaria que si se convierte en pandemia hará que no sólo no te den un euro por tener el dinero en el banco sino que lo quiten, precisamente por eso. Habrá gente que, puesta a perder dinero, encuentre más entretenido hacerlo en los salones horteras de los casinos, animados por la música estridente de las tragaperras o tachando números de un cartón, que encerrado en casa con los ahorros metidos en el banco o metido en casa con los ahorros encerrados en un banco. Hay alemanes y holandeses partidarios de que pierdas el dinero guardado en el banco. Los españoles, siempre tan festeros, prefieren que desgraves jugando.