No es país para viejos

Recurrimos para encabezar este escrito a un título de película norteamericana que le valió a nuestro Javier Bardem la obtención de un Oscar. Lo rescatamos para enjuiciar la situación en la que se debaten los que ocupamos un lugar de la pirámide de edad de la población española, la cual cada vez es más ancha,ya que se alarga la esperanza de vida, aunque haya quien nos la haga difícil y ponga en peligro el estado del bienestar del que nos creíamos merecedores. A los vejetes, enfermos y achacosos, entre los que me cuento, nos han puesto a parir por este Gobierno empeñado en arrebañar los pobres ahorros de los que menos tienen. Si hablamos de lesionar derechos son los enfermos los que se llevan la peor parte por mor de una política sanitaria, cuyos resultados son por lo pronto funestos para ese sector de la población: Nos colaron por la escuadra el gol del copago sanitario, aumentan las listas de espera y, para más inri, nos obligan a pagar la ambulancia que nos ha de acercar al centro hospitalario más cercano, eso sí, si no estamos en peligro de muerte, que en este caso conseguiremos el transporte gratis. (No, si al final habrá darle las gracias). Las asociaciones de pacientes lo han dejado bien claro en una jornada celebrada días atrás en el Colegio de Médicos de Málaga. Incidieron en un dato preocupante: los pacientes notamos que a los facultativos les falta tiempo para atender nuestras dolencias, aunque no dejan de hacerlo pese a ello, eso les honra. Otro problema grave es la espera en las urgencias. Se alargan más de lo que cabía esperar por la, a veces, acuciante falta de camas, y a la preocupación por el deterioro de la salud hay que añadir el desasosiego que produce la tardanza en aplicarse el remedio para el que hemos sido ingresado.

No, no es país para viejos cuando a esta edad propicia al declive vital se nos siembra de escollos el corto camino que ya nos queda por recorrer.

José BecerraMálaga