Y todavía hay gente que quiere que nos olvidemos de lo que pasó. Perdonar, reconciliarse y mirar para adelante está bien. De hecho es lo mejor. Pero olvidar con el consiguiente peligro doble (la ignorancia y que se repita) no es lo más inteligente.

El Archivo Provincial exhibe estos días una muestra de objetos recuperados de nueve fosas comunes de la Guerra y posguerra. Todo el mundo debería visitarla. Se ponen los pelos de punta, se sale pensando en cómo fueron capaces de aquello. Se reflexiona sobre la barbarie. Sobre la condición humana. Y no hace tanto tiempo que pasó. En San Rafael se fusilaron a 4.500 personas. Cada amanecer. Por costumbre.

Institucionalizada y fríamente. Burocracia de la muerte. Alguien hace una lista. Alguien da una orden. De buena mañana se saca a los infortunados y se les fusila. Se les medio entierra. Así durante años. Incluso cuando ya hacía mucho que los frentes de batalla estaban desiertos y la guerra era un recuerdo. En Málaga se mató mucho. Primero y hasta el 37 el terror y las checas, gente degollada o muerta a banderillazos por ser católica. Por ejemplo. Luego entraron los fascistas y los italianos en febrero del 37 y comenzó la limpieza que pretendía el franquismo y que logró, de ahí su longevidad: exterminar físicamente a cualquier oponente. El español está bien dotado para el cachondeo y para el terror. Si nos ponemos somos los primeros en ambas modalidades. Todas las instituciones han colaborado en esta muestra y es muy de agradecer que Francisco de la Torre haya sido siempre un sincero impulsor de la recuperación de la memoria histórica. No como otros de su partido. No se trata de revanchas, pero sí de que alguien pueda enterrar dignamente a su abuelo o saber al menos con exactitud donde le metieron el tiro de gracia por haber sido concejal o miembro de un sindicato o pertenecer a determinada familia. Es revelador el libro de Paul Preston, El holocausto español, que se lee con fruicción y pavor, asombro y conmiseración. En la muestra se pueden ver macabras listas con las siglas LN al lado de algunos nombres. Significa Libertad Negra. O sea, sacarlo para ejecutarlo. Hay hebillas, boinas, relojes, cinturones. Hasta no hace mucho tal vez si uno se acercaba a lo que fueron las tapias de San Rafael podrían encontrarse objetos. Puede contemplarse también material documental que atestigua algunas de las barbaridades. Como esa noche de Teba en la que fueron fusilados más de ochenta presos. ‘Contra el silencio y el polvo de la tragedia’ titulaba magistralmente Lucas Martín el reportaje sobre la muestra del Archivo. Un polvo que anida en algunas memorias y que además no pocos esparcen a conciencia. Aún hay fosas pendientes de excavación en la provincia. Como en Álora y Ronda. No habrá sorpresas. Habrá restos de cadáveres. Tal vez una roída carterilla, unos casquillos, entre fémures o rótulas; una fotografía mordida por el tiempo, una pitillera, una pistola. Testigos pertinaces de cómo somos en circunstancias extremas y con el demonio interior desbocado. Allá quien quiera vivir en la ignorancia. Es lo más cómodo. Lo más peligroso y lo más estúpido.

@elpaliquedeloma