Esta semana podríamos hablar de la revolución que prepara Alberto Ruiz-Gallardón para la Justicia española, acabando con los juzgados y las audiencias provinciales y creando tribunales de instancia únicos en cada provincia; o de la resaca de la petición de Hacienda al Colegio de Abogados de Málaga para que entregara las minutas conflictivas impugnadas en los últimos cuatro años; de la sentencia del caso Malaya, ya en las últimas semanas de elaboración y cercana a los 3.000 folios, o de la lamentable intención del señor ministro de aplicar una ley mordaza para que no se conozcan los datos de un sumario. Por cierto, una iniciativa que sale cuando los políticos están empezando a acostumbrarse a calentar banquillos de los acusados. Cuando los que van al matadero son ciudadanos o políticos trincones de Marbella no les preocupa mucho el hecho de que se conozcan las zonas oscuras de las macrocausas de corrupción.

Hoy podría hablarles de todo eso, dado que ésta es una columna judicial, pero la transversalidad es el signo de estos tiempos amorales y casi todo, hoy en día, tiene que ver de cualquier forma con la Justicia en mayúsculas. Así que prefiero comentar cómo la Junta de Andalucía sigue manteniendo el recorte de los sueldos de los funcionarios pero ¡oh, brother! sus señorías se libran de la guillotina; también podemos hablar de cómo el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, sale en 24 horas de la cárcel tras reunir una fianza millonaria; de cómo los bancos nos pueden mandar otra vez al carajo como país porque las provisiones pueden ser insuficientes si persiste la recesión y sube la mora, y, gracias a ellos, quizás haya que pedir otro rescate financiero con las consiguientes condiciones draconianas para el pueblo. Es lo que pasa cuando mientes en tus cuentas una y otra vez y te has dedicado -sobre todo las cajas- a subvencionar la fiesta de nuestras élites políticas colocando preferentes a todo quisque. También podemos criticar por qué la Diputación se gasta un pastizal en traer a un periodista, admirado por muchos eso sí, para dar una charlita, o por qué seguimos pagando coches de lujo, asesores, foros de coña y subvencionando organizaciones inútiles para que se lo lleven crudo exministros, expresidentes o exparlamentarios. Esto no tiene solución. Todos nos vamos por el sumidero si no logramos reducir drásticamente la prima de riesgo moral, si el presidente, en vez de ponerse a discutir sobre los cubatas del Congreso -en eso andaron esta semana nuestros diputados, oiga-, no llega a un acuerdo nacional sobre empleo y no adelgaza, de una vez y sin pretender proteger a la lamentable clase política nacional, el aparato del Estado. Dejen de asaetear a impuestos a la maltratada clase media y olvídense de los cubatas. Por el amor de Dios.