Es paradójica esta existencia desacorde en la que subsistimos. Cuando la Junta presenta en Málaga el Plan Infoca para prevenir los incendios, un indignado toma la decisión aciaga de quemarse a lo bonzo ante la Delegación de Bienestar Social para agostar su petición aún no resuelta; otra hoguera se prende con la subida del IBI a un 60% de las viviendas de la capital; las fallas de las obras del metro se vuelven fatuas ante su nueva paralización sine die; la pira de Isofotón continúa con los despidos de los 354 afectados del ERE sin indemnización; las ascuas avivadas por la amputación de los fondos para investigación fuerzan la re-emigración de investigadores que habían retornado€ Un sinfín de focos que nos abrasan en esta primavera fría que anuncia un verano desapacible en materia económica, sin milagros que resaltar.

Uno -debo reconocerlo- ante tanta quema se refugia en la «razón poética», locución que imprimió la filósofa veleña María Zambrano para unir filosofía, poesía y religión, pero persistiendo en un intento por entreverar pensamiento y corazón a través de la pintura.

Hace unos días, se inauguró la exposición del VII Premio de Pintura de la UMA que muestra, en la Sala del Jardín Botánico (campus de Teatinos), las 10 mejores obras, de las 72 presentadas, que exhiben el potencial artístico de los componentes del colectivo universitario. Talento, sí, ese que dejamos de ir, define el quehacer de Federico Miró Jurado, primer premio de este certamen con Una mirada ajena 2. El joven artista, con una técnica innovadora, observa con cuidado y recatadamente la realidad; se deja llevar por el hacer y, como los creadores verdaderos, los grandes, consigue lograr una revelación, tal como es su genio. Su pintura no cesa de dar de sí misma. Entre tanto fuego, les invito a que hallen frescura y sosiego ante esta ajena mirada. Que la disfruten.