La bajada del paro del mes de mayo -5.247 desempleados en Málaga y casi 100.000 en -España- ha servido al Gobierno para reafirmarse en que sus políticas son las adecuadas aunque los economistas, los expertos y, qué caray, el propio sentido común, no aconsejan a nadie sacar demasiado pecho de estos resultados. El día que el paro no baje en mayo será definitivamente para echar la persiana ya que si España tiene un seguro de vida ese es el turismo, con enclaves como la Costa del Sol que, contra viento y marea, siempre mantendrán un fujo irreductible de visitantes. Pero turismo en Málaga, desgraciadamente, significa temporalidad porque el sector, pese a todos los debates, mesas e iniciativas emprendidas desde hace lustros, todavía no ha logrado encontrar el maná de la desestacionalización, ése que permitiría a los contratados para el verano continuar trabajando en los meses de temporada baja y acceder a la ansiada estabilidad. Basta recordar que en 2012 sólo en un mes, el de octubre, se liquidó todo el empleo generado en verano. El paro subió en esa ocasión, una vez concluida la temporada alta veraniega, en casi 8.300 personas, demostrando que, por mucho que el turismo nos salve la cara cada canícula, seguimos teniendo un grave problema de continuidad. En este 2013, a partir de la tempranera Semana Santa, llevamos tres meses de descenso continuado del paro, donde más de 9.000 malagueños han encontrado trabajo y abandonado la lista del desempleo. Estupendo, sí, pero ¿alguien duda de que el 99% de esas personas no volverá al paro a la vuelta de septiembre? El presidente del Colegio de Economistas, Juan Carlos Robles, ya comentó la pasada semana que la generación de empleo neto no llegará hasta 2015 aunque sí reconoció que la crisis podría estar dando sus últimos coletazos. «Es más de lo mismo, lo que ocurre todos los años pero encima con la reforma laboral», me comentaba el otro día con amargura Antonio Turmo, el exsecretario del gabinete técnico de CCOO. Lo cierto es que, aunque el Ejecutivo no lo admita abiertamente, España no depende tanto de lo que haga por sí misma -aunque como en el caos de las reformas haya que hacerlas sí o sí- sino de que Europa se decida a abandonar esa devastadora política de austeridad extrema que nos tiene más tiesos que la mojama. Quizá sea ya el momento, después de que los lumbreras del FMI hayan reconocido que se equivocaron notablemente con el plan de rescate a Grecia y de que Angela Merkel afronte unas elecciones alemanas en las que necesita ofrecer una cara más amable. Así que seamos cautos y situemos la bajada del paro en su justa medida. Por cierto, recordar que los datos del mes de junio en Málaga, por muy buenos que sean, contarán de inicio, por desgracia, con 354 nuevos desempleados. Los del ERE de Isofotón, que encima han salido de la empresa sin indemnización pagando el pato de muchas cosas mal hechas.