El asunto de las participaciones preferentes es, sin duda, uno de los grandes escándalos de la España contemporánea. Acuciados por las estrictas normas de solvencia financiera establecidas a partir de una serie de reuniones mantenidas a tal efecto en la ciudad suiza de Basilea -dónde si no- la mayoría de las entidades financieras españolas se lanzó a una carrera de comercialización de confusos productos que conseguían fortalecer sus ratios de capital prometiendo rentabilidad y liquidez.

Con el paso del tiempo, se demostró que casi todo era falso. Y de repente miles de pequeños ahorradores, la mayoría de buena fe, adquirió estos productos a sus directores de oficina, también engañados muchos de ellos, quedando atrapados en una trampa de mentiras que, como en las películas de casinos, tenía un idéntico resultado final: la banca gana.

En la campaña electoral gallega, el pulcro Núñez Feijoo mintió de nuevo a los afectados por el escándalo de las preferentes prometiendo una solución que nunca llegó. Ahora es presidente de Galicia, por un solo escaño, marcando el camino, como el anuncio machista de ese conocido desodorante, a su paisano y amigo Mariano Rajoy. Y hoy, día 10 de junio, coincidiendo casualmente con una campaña publicitaria sin precedentes del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), se ha sabido que los que suscribieron participaciones preferentes podrán recuperar su dinero con quitas de hasta el 67%. Ellos pierden sus ahorros, la banca gana, con el beneplácito del Estado que debía protegerlos y del Gobierno de España.

El comunicado del FROB dice textualmente que su Comisión Rectora «ha aprobado las acciones de gestión de instrumentos híbridos de capital y deuda subordinada contempladas en los planes de resolución» de diversas entidades financieras. Y añade que dichas acciones consisten en «su conversión en acciones una vez aplicado un recorte sobre su nominal». O sea, que los clientes pierden su dinero, a pesar de numerosas sentencias a su favor, para que el sistema financiero continúe su proceso de saneamiento.

Mientras la banca sigue recibiendo miles de millones de euros mediante transferencias directas o indirectas, sin que nadie rinda cuentas de lo ocurrido, se desmantela todo lo conquistado durante treinta años de apuesta política por la cohesión social. Espero que la campaña de propaganda del FROB no consiga sus objetivos. Sería realmente preocupante.