A estas alturas ya no puedo evitarlo. Los dibujos animados me merecen más credibilidad que cualquier rostro político de los que a mediodía o a cualquier hora amenizan nuestro existencia con sus frases ingeniosas, insultos al contrario y falsas verdades o medias mentiras. La crisis está siendo el gran escenario en el que desplegar todos sus registros para hacerse con el público. Un tono despreocupado al principio para negar la realidad y de ahí al disfraz de recortador sin pasar por la autocrítica. Esta semana parece que toca poner cara de conciliación y hacer como que se tiende la mano. La presentación de la Ley de Emprendedores fue el primer acto el martes, con enumeración de medidas de ayuda que, básicamente y en teoría, suponen dejar de poner piedras en el camino de quien pretende generar actividad económica. Una función teatral en la que Rajoy habló como actor principal aunque sabiendo que es sólo un secundario y que la banca es la verdadera protagonista. Ante los micrófonos, el presidente instó a los bancos a estar «a la altura de las circunstancias». Lo interesante sería saber qué les dice entre bastidores. ¿Cómo creer en un cambio de rumbo por muchas medidas que se aprueben si la banca sigue con el grifo cerrado y las administraciones continúan alimentando las deudas de los autónomos? Sólo en Málaga deben 150 millones, suficiente para hundir el barco aunque ahora se le lancen salvavidas.

Ayer miércoles fue el turno del segundo y tercer acto de la obra. El ministro Montoro realizó una magistral interpretación en el Congreso de los Diputados, donde habló de una reducción de la fiscalidad que beneficiará a las rentas bajas y medias. Le puso ganas y oficio, pero no cuela ni para la oposición ni para quienes formamos parte de esas «capas» medias y bajas de la sociedad con la confianza recortada a juego con los sueldos, las prestaciones sociales, etc...

Y, por último, la función de ayer también incluyó un dueto telefónico de Rajoy y Rubalcaba en el que fijaron una posición común española en la Unión Europea. Un acuerdo difícil de creer con la trayectoria de los intérpretes y del que no hay ni siquiera prueba gráfica que retrate el apretón de manos y nos permita analizar sus gestos e interpretar su sinceridad. Según los expertos en lenguaje corporal, si se está mintiendo los ojos miran primero a la derecha. Un dato a tener en cuenta para próximas representaciones.