Pues sí, contra lo que algunos pensaban, el señor Pérez es humano. Y mira que se había ocupado él de no parecerlo durante su paso por la poltrona del Madrid, echando a otros por delante, pero al fallarle su segundo proyecto, remendado tras Valdado y Pellegrini con Mourinho y sus cuates, ha tenido que bajar a la arena y arremangarse para dar la cara ante la canallesca. Y, como es natural, se se han visto algunas costuras que serán jaleadas por los más acérrimos y reprobadas por quienes observan con seriedad el devenir del Real.

Ahora resulta, según él, que la prensa madrileña la tiene tomada con el Madrid, lo cual es para echarse mano al bolsillo y sacar el pañuelo, y no para secarse lágrimas precisamente. Porque llorar desde la cúspide de un equipo como el que preside que tiene la mayoría de los medios rendidos a sus pies, sobre todo los de la capital, aparte de los periodistas afines y de cabecera que pululan por doquier por todas las redacciones llevando algunos hasta camisetas blancas cuando ejercen, produce más sonrojo que ternura.

Y ha demostrado que es humano viendo fantasmas por todos lados para culpabilizarlos de su tercer fracaso. La prensa y los árbitros han sido los primeros destinatarios de sus diatribas, teniendo agrios debates con algunos representantes de ambos colectivos a los que ha ninguneado desde su soberbia.

Acostumbrado como está en el mundo de la empresa a entrar con alfombra roja en tantísimos lugares y a que en la suya no ose toserle nadie, le supone una afrenta inadmisible que algunos «Iturraldes» o periodistas de tres al cuarto para asegurar prepotencia, le rebatan con argumentos y datos en la mano sus afirmaciones. Y es que él sabe que la hora de los pañuelos se le acerca inmisericordemente. Ya ha gastado demasiadas balas en sus diez largos años como presidente para sus escasos resultados deportivos, que de los otros ya veremos, y eso va calando en la médula de quien únicamente puede descabargarlo de su aquilosado puesto de mando: el respetable del Bernabéu.

Vendrá Ancelotti o el lucero del alba, pero el desastre que ha dejado su valido Mourinho en el vestuario blanco, tardará más tiempo de lo que él piensa en curar. Una plantilla más dividida que desmoralizada y algunos de los emblemas del madridista más real, puestos en la picota por el narcisismo perverso del luso. Solo podría salvarle de los pañuelos una salida en tromba y exitosa del Real Madrid de la temporada próxima, pero eso no es lo probable. Así que pronto tendremos jornadas convulsas en el santuario blanco, y entonces sí, a las primeras de cambio, Pérez tomará las de Villadiego, como ya hizo una vez.

Y por Can Barça vuelven las aguas turbias de mezclar churras con merinas. Desde el respeto a cualquier opción política, también a las independentistas, hacer del equipo blaugrana una referencia política es un error enorme. Y no solo porque son dos cosas muy diferentes, sino pensando fundamentalmente que la grandeza de este club está también en los fieles de seguidores que tiene en el resto de España y en el mundo. Reducir su significado a ser portador de los valores sociopolíticos de quienes suspiran por una Cataluña independiente, es minusvalorar lo que podría suponer, como es ahora, el inmenso patrimonio de su contención política y del ejemplo para tantos en el universal mundo del deporte.

Rosell quiere pasar a su antecesor Laporta por la izquierda, porque siente su amenaza continua en el cogote, y también, se ha echado al campo de la política para tapar otras cosas todavía más innobles, desviando la atención de asuntos cuando menos muy tiznados. El tiempo, como en tantas otras cuestiones, pondrá a cada cual en su sitio.

En lo deportivo, el Barça puede tener un lío pronto. Meter en la misma jaula dos leones en celo puede ser devastador. Y Messi y el astro brasileño recién fichado lo son.