La economía española no va bien, no descubro nada si digo que va bastante mal y que es el problema, con todas sus aristas incluidas, que más nos preocupa. Se diría que hemos llegado a asumir que la vida no es más que un pequeño recreo que nos concede la prima de riesgo.

Así que, como los asuntos económicos lo inundan (lo manchan) todo, cuando hablamos de inmigración, éste es el eje sobre el que pivota el argumentario, como si todo inmigrante llegado a España lo hiciera por necesidad monetaria. Lo lógico sería pensar que nuestro país empieza a no ser un destino atractivo para estas personas. Sin embargo la lógica implacable se topa con que la premisa es falsa: no todas las personas que vienen lo hacen escapando de la pobreza. Por extraño que pueda parecer, hay personas que no eligen venir para prosperar económicamente sino por el triste motivo de que su integridad esta amenazada, por estar perseguido en su propio país. Los hay que eligen esta tierra y los hay que, por diferentes motivos, sólo han podido llegar hasta aquí.

Aunque a nuestra mente puedan venir ejemplos evidentes, es decir zonas de conflicto conocidas (Siria, Palestina, Mali€), los motivos por los que las personas solicitan protección internacional nos revelan cosas como que la orientación sexual en algunos países como Rusia o El Salvador, ser albino en Tanzania, cristiano en algunas zonas de la India, simplemente mujer en Nigeria, pacifista en Colombia o representante de estudiantes en Costa de Marfil, puede suponer un grave problema para la supervivencia. Podría seguir con más ejemplos y no acabar. Eso sí, todos los ejemplos tienen algo en común y es el riesgo para la vida de esas personas por la vulneración de derechos fundamentales, y eso sí que nos compete a todos porque la defensa de los derechos humanos no puede quedarse en una razón esgrimida para entrar en países cuando a una potencia le interese.

España tiene la obligación, no sólo moral, de proteger a las personas que solicitan asilo y para eso existe una ley por la que se rigen esas solicitudes. Que exista esta ley es un hecho positivo pero es mejorable, muy mejorable. Sobre todo porque la ley es una estructura que se deja mover por los vientos de la intención política que trata de regular en la práctica la afluencia de inmigrantes en el país priorizando el control por encima del compromiso en materia de derechos humanos. Así se explica que 2012 haya sido el año con menor número de solicitudes de asilo (2.580) en veinticinco años y con menor número de concesiones de estatutos de refugiado desde la aprobación de la actual ley. ¿No será que la omnipresente economía tiene algo que declarar en este asunto? Vaya usted a saber, pero no vaya muy lejos€

El pasado 20J celebramos el Día Mundial del Refugiado y, si bien hay tanto que revindicar, como las trabas reales que encuentran estas personas en el acceso a formación laboral, a la homologación de títulos o el limitado tiempo de estancia en acogida, celebro, por ejemplo, que 1671 personas han sido acogidas en nuestro CEMI en Málaga desde que lo abrimos hace ya veinte años y que al menos tuvieron una oportunidad por pequeña que fuese. Pero repito que no es suficiente, el derecho a ser refugiado está reconocido internacionalmente y debemos defenderlo especialmente los que creemos que la globalización es un proceso que debía haber empezado por el reconocimiento y consolidación de los derechos humanos y no por el sistema económico que sólo entiende de valores de mercado.

*Francisco Cansino es coordinador de Comisión Española de Ayuda al Refugiado