Mano tendida a los pequeños municipios

El Gobierno central quiere ayudar a los municipios con problemas financieros y va a arbitrar una serie de medidas para tratar de sacarlos del atasco económico en el que se ven sumidos. Eso sí, en contrapartida tendrán que dar fehacientes muestras de que atienden al pie de la letra los dictados planes de ajuste. O sea, do ut des, en romance paladino, «doy para que me des». Cristóbal Montoro, casi al mismo tiempo que el resbalón dado por el Ministerio que dirige en torno a las infundidas propiedades inmobiliarias de la infanta Cristina, anunciaba estas medidas, ratificadas luego por el secretario de Estado, Antonio Beteta: aplazamientos y fraccionamientos de pagos a los bancos y a la Seguridad Social, amén de la liberación de la participación de los ingresos del Estado. Eso con lo que se refiere a las entidades deficitarias, que las que se muestran si no pletóricas sí con superávit contarán con el 50% de este beneficio para que se revierta en las necesidades que los ciudadanos reclamen con mayor urgencia.

Y en lo que toca a los municipios provincianos malagueños -unos 96 mal contados-, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, el cual en los últimos tiempos está concediendo a los pequeños pueblos del interior una atención que merecen (venía olvidándolos injustamente)-, anuncia que se les bajará el IBI entre un 10 y un 50%. Menos da unas piedra y unos cien mil hogares -entre los que se alinea el mío, aunque prevalezcan mis largas ausencias- de la recóndita Serranía de Ronda respirarán aliviados por la merma de un tributo que secularmente se venía considerando en estas comarcas deprimidas como el más temible, aunque muchos años atrás se le daba un nombre con muchas connotaciones tenebrosas: era la «contribución», para la cual los lugareños se endomingaban para saldar su deuda en el ayuntamiento de turno, más que apesadumbrados.

La cuestión es que los políticos de aquí y acullá, como queriendo sacudir el sambenito de que pasan olímpicamente de los pequeños pueblos con problemas, quieren desterrar el entuerto. Si no son palabras volátiles, bien venida sea esa intención.

José Becerra GómezMálaga