En prisión incondicional sin fianza, comienza la fase creíble del procedimiento judicial contra Luis Bárcenas. La andadura precedente fue calificada de «vomitiva» por Arantza Quiroga, presidenta del PP en Euskadi. Justo adjetivo, que escuchó Rajoy con pétreo semblante de «gallego impasible», como si Gürtel y Bárcenas fueran invocaciones abstractas y flotantes en la inmensidad de la galaxia. La tardía decisión del juez Ruz ha llegado a tiempo. El imputado podría fugarse y destruir pruebas, lo que impone tratarle como a un reo. Así comienza el test que pondrá muy pronto en el escaparate las diferencias y analogías de procedimiento con el de otro presunto golfo, Miguel Blesa, encarcelado incondicionalmente y sin fianza por otro juez y liberado en 24 horas por los superiores de dicho juez, única víctima del sainete.

Con su «malaje» habitual, el vocero Floriano se refería a tan edificantes fazañas horas antes del auto de Ruz, tipificándolas de «causa general contra el PP». Esta banda no aprende a disparar en línea recta ni matando a los propios a fuerza de tiros torcidos. La que se está incoando es una causa general contra el asco de España. Tímidamente y con las mil prevenciones de un sistema garantista que tutela por igual a inocentes presuntos y a culpables clamorosos -aunque no estén formalmente culpados-, empezamos a ver indicios de que los muchos años respirando a la fuerza el aquelarre de los correas, los bigotes, las bodas barrocas, las chuches con confetis de oro, los viajes a Disneylandia, los bárcenas, los millones evadidos, los eres y ole, los duques empalmados y todo el capitulario del abyecto serial, empieza a soplar la higiénica brisa de los tribunales. En una sociedad intoxicada hasta el vómito, es gran noticia lo que debería de ser un hecho consuetudinario. Aún, respirándola con avidez, sigue esa brisa amenazada por la sospecha de que los formalismos al pie de la letra pueden echar abajo la «causa general». A veces nos preguntamos para qué sirven los jueces si su jurisdicción no pasa de la aplicación mecánica de los códigos, que una computadora haría mucho mejor. Pero no seamos suspicaces: siempre nos quedarán los jueces, incluidos los Alpidios.

Acaban de ser judicialmente validadas las escuchas que dieron origen a la instrucción de la trama Gürtel. No lo fueron en la «causa general» contra Garzón, pero ahora si lo son. Vamos progresando. El abogado de Bárcenas aduce que no es delito tener 40 millones en Suiza. Aparte de que si es delito fiscal -y también social por tratarse de millones birlados a los derechos de los españoles- es lamentable ver asomar tan pronto el plumero de los formalismos. El asunto es otro, señor letrado: el asunto es aclarar cómo fueron reunidos esos millones, a cambio de qué y para qué fines. O sea, una catarsis purificadora que salve a este país de la fama de ser paraiso de la corrupción y el cohecho. Ya goza de la muy triste de paraiso del dopping, que probablemente le hará perder sus opciones como sede olímpica de 2020. Si no quieren mandar a una casa de reposo al señor Espinosa de los Monteros con su «marca España» como nuevo síndrome paranoico, habrá que ganar como sea y cuanto antes la causa contra el asco que a todos nos interesa, más por higiene mental que por deber patriótico. Que también...