Hace sólo unos días charlaba con Yuraimy, una joven que ha pasado un año en uno de los pisos de acogida de Málaga Acoge. Con su amable sonrisa siempre presente y con su ímpetu habitual por salir adelante, nos felicitábamos por cómo en este tiempo hemos puesto todos de nuestra parte para que encontrara trabajo y así pudiera continuar su inserción social en un piso de alquiler para ella y su bebé, fuera de las redes institucionales.

El balance de otra de nuestras mujeres me alegra el día y hace que todo vuelva a tener sentido pese a las adversidades: es ya una mujer pero se encuentra más cerca de ser una niña, sufrió demasiado de cerca la violencia de género y ha encontrado su primer trabajo. Adolecía de confianza en sí misma, pero de nuevo entre todos y todas conseguimos sacar lo que necesitaba para culminar con ese primer empleo.

Este es el objetivo último de lo que procuramos: la transformación social, a través de pequeños gestos y grandes logros.

Los logros son personales, pero fundamentalmente sociales, de usted que me lee y de las personas, migrantes o no, que se encuentran en vulnerabilidad social y que no se dejan enterrar por las circunstancias socioeconómicas, por adversas que éstas sean. Es logro de la pequeña empresa, que constituye el grueso del tejido empresarial en nuestro país y que día a día se esfuerza por seguir sobreviviendo y sin embargo es la que mayores oportunidades otorga a estas personas con las que trabajamos, con su inicial reticencia para admitirlas en prácticas formativas o en sus procesos de selección y su posterior compromiso con ellas, una vez las conocen trabajando.

Es posible gracias a la financiación pública como compromiso que las administraciones adquieren con la ciudadanía, así como de las iniciativas privadas de Obras Sociales y Fundaciones, y ambas, en definitiva, soportan estas acciones a las que nos dedicamos en los programas de empleo e inserción laboral. Pequeños gestos y logros, pero que hacen posible una raíz sensibilizadora en nuestro entorno, una mano tendida, un empujoncito. Pequeños, pero que suman esfuerzos para conseguir una sociedad más justa y transformada, sin exclusión social y sin sujetos privados de los más básicos derechos sociales, como es el acceso al empleo en igualdad de oportunidades.

No se me ocurre mejor cierre que las palabras del educador brasileño Paulo Freire, que sigue inspirando mi granito de arena profesional: Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad.

*Alejandro Bernal es coordinador del Área de Empleo de Málaga Acoge