A diferencia de los adultos, la intervención social con menores está llena de sorpresas, respuestas ingeniosas, acciones disparatadas y ocurrencias que rebosan imaginación. De su ilusión desbordante y capacidad creativa hemos sido testigos en la Asociación Arrabal-AID durante el campamento urbano celebrado este último mes con niños y niñas de Caixa Proinfancia, un programa de la Obra Social «la Caixa» que viene a paliar distintas necesidades de familias con una especial situación de vulnerabilidad.

Junto a actividades transversales, de educación en valores e interculturalidad, el equipo docente apostó desde el principio por hacer de éste un campamento diferente, donde disfrutar aprendiendo y fomentar el talento hasta lograr un espacio en el que a través de actividades lúdico-educativas los menores se sintieran motivados para inventar, investigar y desarrollar sus propias ideas. Una colonia urbana, en definitiva, para introducir desde la infancia los valores del emprendimiento social, reforzar la capacidad de atrevimiento y la satisfacción por crear; una actitud que a medida que pasan los años y nos acercamos a la edad adulta muchos jóvenes y adolescentes pierden por pudor o miedo al rechazo.

Con la misma ilusión de la que hablaba al comienzo, un equipo formado por diez profesionales en psicología, pedagogía, educación infantil, animación sociocultural y trabajo social se embarcaron junto a los compañeros del área de Autoempleo de Arrabal-AID en varias sesiones de iniciación a la cultura emprendedora, manejando así conceptos que parecían lejanos e ideas para muchos desconocidas a desarrollar posteriormente con un centenar de niños y niñas entre los 4 y 16 años. Un ejercicio de envergadura que necesitaba de la implicación de padres y madres, muchos de los cuáles no dudaron en aportar su experiencia, habilidades y hasta su tiempo de descanso.

Ahí germinaron muchas de las acciones que vieron las luz durante el campamento: gymkanas para descubrir los recursos, negocios y emprendedores con los que cuenta La Trinidad; sesiones de trueque, para fomentar cómo sin dinero se puede también intercambiar bienes y servicios o el Mercadillo Solidario celebrado en el Corralón de Santa Sofía, donde se pusieron a la venta camisetas, dulces y abalorios diseñados por los propios menores y cuya recaudación se ha destinado a ayudas de estudio para estudiantes con más de 16 años.

Hace unos días terminaba este campamento que todavía tengo muy presente recordando un sinfín de anécdotas y momentos vividos, imposibles de resumir en una sola imagen. Si acaso, ésa en la que un niño de poco más de diez años, corriendo desde su puesto en el mercadillo, me decía gritando «A todo el mundo le gustan las galletas que cociné; yo ya no quiero ser futbolista». Puede que así, casi sin darnos cuenta, cumplamos nuestra misión de ayudar a descubrir a estos menores nuevos horizontes y expectativas, que pueden llegar a ser lo que de verdad quieran. Sólo tienen que aprender a atreverse.

Olivia Muñoz Martínez es pedagoga y coordinadora de Caixa Proinfancia en Arrabal-AID.