Ya en el año 170 Celso criticaba a los cristianos. Se mofaba de la cantidad de sectas que había: simonianos, marcelianos, harpocratianos de Salomé, harpocratianos de Maramne, harpocratianos de Mara, marcionitas y demás dimes y diretes de distintos modos de parecer, todos motivados por creer que sus verdades privadas habían de ser elevadas a verdades universales. A pesar de la magnífica jornada del Mater Dei en Málaga, no sé si pensar si hemos evolucionado mucho. Siguen habiendo rencillas entre cofradías y cofrades que no están de acuerdo con tal o cual modo de parecer, aquellos son muy sevillanos o aquellos son del Opus, comentarios que, muchas veces se hacen para notar la diferencia entre uno mismo y los demás, siempre con la intención de hacer prevalecer la verdad privada de uno mismo e intentar elevarla al altar de verdad pública.

Como quiera que las cofradías o el mundo cofrade en general nos afecta como ciudad pero sobre todo como católicos, creo que la mejor manera es buscar puntos de unión y puntos en común.

Mi compañero de columna, el que viene los jueves, Cristófol, es un experto en ello, en buscar puntos en común, de tal modo que ya sea Semana Santa, Feria, toros o Carnavales siempre está en el ajo. Es un maestro de la búsqueda de puntos comunes, aunque a veces no sabe uno si se pasa de listo dándole a todos los palos o tiene una oenegé de asuntos malagueños. Me quedo, pues con actos como el Mater Dei, que aunan a la ciudad y hacen ciudad, a los cofrades entre ellos, a los hosteleros con la ciudad, y la ciudad con el resto de España que se fija en ella. Y todo a pesar de que una señora decía el otro día: «Yo es que no sé inglés y no se lo que significa Mater Dei», «señora es Latín», a lo que respondió, «si no sé inglés cómo voy a saber latín». Pues a pesar de lo mucho que sepan unos pocos y lo poco que sepamos los demás la gracia está en encontrar lugares comunes.