«España volverá a asombrar al mundo», canta Montoro. «Ya no se habla de rescate, sino de cuán grande será la recuperación de España», corea Rajoy. La vida del político en tiempo de crisis es dura, los momentos pasados muy malos, y en ese cuadro de asfixia un poco de oxigeno contenta tanto a la neurona que provoca colocones de ese calibre. Se adivinan incluso en los ojos encendidos y algo dispersos de los cantantes, con el signo inconfundible del euforizante. Pero está bien que alguien cante esa copla, para compensar los alaridos de tragedia, con algo de regodeo mal disimulado, que fuera de España se oían cuando el barco parecía irse a pique. Si no se pone desde España algo de alegría, nadie lo hará por nosotros. Aunque con las pensiones a la baja, la paga del funcionario congelada por cuarto año y los salarios cayendo, no se puede pedir que la gente de casa se deje contagiar la alegría.