Menuda semanita en la prensa deportiva, y en la no deportiva, sobre la posible convocatoria de Diego Costa para la selección española de fútbol. Todo para que al final, de una forma muy castiza y española, el debate se alargase hasta los próximos encuentros de La Roja porque a alguien de la Federación Española se le olvidó enviar un papelito a la Brasileña. Una papeleta.

Y de toda la marea de comentarios, opiniones y análisis que durante estos días han apoyado la citación o el descarte del hispanobrasileño, saco dos cosas en claro. La primera, que estoy a favor de que Diego Costa juegue con la selección española. La segunda, que aún hay gente en nuestro país que sigue creyendo, en blanco y negro, en una España retrógrada y anquilosada, tanto a nivel deportivo como a nivel social. Porque ya me dirán ustedes donde quedaron esas ideas de que el jugador de mi equipo, y más el de mi selección, debe haber nacido, haberse criado y estar empadronado en mi ciudad, mi barrio, mi calle, cuando nos sirve un café una preciosa camarera argentina que lleva cinco años en España; cuando conduce nuestro autobús un inmigrante marroquí que tiene a sus dos niños, nacidos en España, estudiando en un colegio de El Palo; o cuando en nuestras pachangas en Nueva Málaga el pase de gol nos lo da un compañero venezolano, un amigo uruguayo o, maldita sea, un colega de Cádiz.

España, como todo el planeta, vive y bebe del mestizaje que llevó, por ejemplo, a la Francia del 98 a ser campeona del Mundo, a la actual Alemania a ser uno de los rivales más competitivos en cada campeonato o, sin ir más lejos, a jugadores como Donato, Catanha o Marcos Senna a ser orgullosos y queridos jugadores de la selección. Pues con Diego Costa, más aún. Si por criterios futbolísticos hay voces que desechan su convocatoria, estupendo, respetable, pero no me pidan que los apoye. El jugador del Atlético de Madrid está en un estado de forma increíble, mucho mejor que los otros nueves de Del Bosque, en teoría con preferencia, como son Torres, Negredo o Soldado, pero además tiene carácter, fuerza, gol y cada día que pasa juega mejor y la lía menos. No consigo encontrar ninguna razón futbolística por la que Del Bosque no deba convocar a un jugador convocable de cara al Mundial de Brasil 2014. Algunos otros sí encontrarán razones pero, claro, ellos están de cara a otro lado.