El futuro de la antigua pensión La Mundial sigue atado a su derribo. Ahora se escuchan voces que defienden que desaparezca. Total es un edificio viejo, como otros muchos, y tenemos que hacer hueco para un edificio diseñado por Rafael Moneo, premio Pritzker de arquitectura y también regañado por Unesco al construir uno de sus edificios en el casco histórico de Ávila. Qué cosas. Uno piensa que tener uno de esos premios es como acreditar que la genialidad no tiene límites. Pues resulta que sí, que la infabilidad no es una característica de estas estrellas de la arquitectura. Pero bueno, ¿por qué quejarnos? Si seguro que lo reconstruyen igualito que ahora pero mejor. Si lo hacen en Las Vegas, por qué no aquí. Y si a nadie se le ocurre rehabilitarlo y hacer otro proyecto más respetuoso, pues está todo dicho. Que se haga lo que hay, que es más fácil y no hay que pensar. Total, parece que no hay más opción y plantear cualquier alternativa te convierte en progre de salón o de vestíbulo, no lo tengo claro, además de en un cateto que no valora los modernos edificios de diez plantas en un centro histórico. Aunque bien pensado, mejor eso que ser periodista de salón.

Sin embargo, hay algo mucho más preocupante que la persona que firma el proyecto, algo anecdótico en el fondo. Este proyecto ha abierto la puerta a que todo ese lateral del Guadalmedina se pueda llenar de edificios con diez plantas de altura. Ya hay algunos construidos con esa altura y, aprovechando el proyecto del polémico hotel sobre el edificio de Guerrero Strachan, se opta por igualar por arriba. Es decir, que se permiten construir bloques de diez plantas en toda la ribera del Guadalmedina y así conseguir un muro de hormigón en esa fachada del Centro.

Ahí está la clave de este asunto. Salvar La Mundial se ha convertido en un lema para muchos que ven cómo el Centro Histórico está perdiendo la coletilla de «histórico». No se trata sólo de mantener un edificio histórico, para el que se pueden plantear muchos proyectos hoteleros más respetuosos que el propuesto. También se trata de repensar el Centro, de mantener su esencia y su carácter. Es de lo poco que nos ofrece una diferencia clara respecto a otras ciudades. El siglo XIX y la primera mitad del XX en Málaga fue el periodo más boyante de la historia de la ciudad y sus edificios son el recuerdo de esa etapa y un hecho diferenciador con otras ciudades. Pero hay que cuidarlos.