De la regla de tres para arriba, ni me hablen. Suspendo PISA para adultos en Ciencia y en las letras de las Ciencias. Soy del último curso del bachiller antiguo, que no es antiguo porque haya pasado mucho tiempo, sino que ya lo era entonces y que antes de él hubo muy poco. Entiendo los gráficos de la factura de la luz pero el resto es fe. Fe en que haya consumido eso que dicen en pantallas, coladas y refrigeración de alimentos. No entiendo que se ponga tanto inconveniente a que la gente produzca su propia energía limpia sin pasar por la compañía eléctrica, ni que cuanto más pague por la energía, más deba a la compañía. Claro que eso la verdad es que no lo trae el recibo.

Otra medición del PISA es la comprensión de los prospectos de los medicamentos. Nadie puede pensar que estén escritos para ser entendidos por alguien que no sea médico o farmacéutico, aunque a costa de enfermedades acabes teniendo conocimientos de amplio espectro y sepas que para tomar una pastilla cada ocho horas tienes que leer donde dice «posología».

Oigo en la radio la estupidez de que la estadística tiene trampa, que en España tenemos unas élites muy bien formadas y tres escuelas de negocios de las mejores del mundo, dando a entender que los demás les bajamos la media con nuestra ignorancia. Las élites se encargan de que no haya comprensión lectora para que no se entienda una sociedad basada en el engaño. Hubo una demostración universal en el inicio de esta crisis cuando se vio que se estaban comercializando productos financieros que no entendían los que los habían diseñado porque no los habían diseñado para entenderlos sino para engañar. No los entendía ni el que los vendía ni el que los compraba. Cuando esa estafa ya era conocida en todo el mundo, aquí todavía no se había montado Bankia para que nuestras élites engañaran a los que quedaban.