Ayer, la presidenta andaluza hizo el paseíllo de La Moncloa. Y como es habitual en Rajoy forzó una sonrisa para recibirla. El presidente español quizás estaba pensando en Javier Arenas. Pero no, no. Delante tenía una mujer joven, de sonrisa franca y directa, que no suele callarse pero que no habla sin masticar antes las ideas. Dos temas principales le planteó a Rajoy, precisamente los dos que más quebraderos de cabeza le están dando: la corrupción y el paro. De la corrupción ya es conocido el pensamiento de Susana Díaz y le pidió a Rajoy que se avance en la eliminación de las ayudas privadas a los partidos, la vía por donde empresarios y políticos amasan fortunas. Sorprendentemente Rubalcaba, conocedor de esta propuesta, ha dicho que es un planteamiento de la presidenta de la Junta, pero que la política a seguir en el Parlamento la dicta el partido. Rubalcaba y Susana Díaz no están, al menos en este asunto, en la misma sintonía, lo que ha hecho que prensa y articulistas animadores de la derecha estallen de alegría, incluso con afirmaciones tan rotundas como que el PSOE está roto. Es el deseo de quienes quieren tapar las crecientes discrepancias, a veces muy sonoras, dentro del PP en dos temas de sustancial importancia: el plan de Alicia Sánchez Camacho para la singularidad de Cataluña y la distribución del presupuesto para 2014, con algunos barones del PP subiéndose por las paredes.

Está claro que la corrupción, al mismo nivel que el paro según las encuestas, exige un pacto nacional para luchar de forma clara y sin vacilaciones contra los corruptos, pero también contra los corruptores, precisamente en una semana donde la política de este país parece haberse sustanciado, como una gangrena, en los tribunales de Justicia. Veamos: Sentencia en do menor de los que robaron al pueblo de Marbella en el caso Malaya, detenciones en el caso Heracles, con ataques directos de la jueza Alaya a la línea de flotación de los sindicatos UGT y CCOO. Solemne y mediática presencia ante la misma jueza de quien fuera consejera de Economía y Hacienda Magdalena Álvarez, en la línea de Alaya de acercarse cada vez más a una instrucción sumarial política. Y en el banquillo, después de 10 años y nueve jueces, el todopoderoso y tenebroso Carlos Fabra, hábil manipulador, en beneficio propio, de premios de la lotería. Y con sentencia en firme del otrora valedor del PP malagueño, señor Serón, alcalde de Alhaurín el Grande y al que, con la clarividencia de que siempre hizo gala Javier Arenas, lo elevó a los altares de un buen gobierno, sin haber metido la mano. Y por cerrar la semanita, hasta la princesa tirando de tarjeta oro de Iñaki Urdangarin, para dar más pistas al juez Castro y termine por imputarlo. No me olvido de Luis Bárcenas, el fantasma que todas las noches le quita el sueño a Rajoy, ni tampoco del caso Gürtel, en sus diversas variables. El caso Millet y todos los tejemanejes de la alcaldesa alicantina, señora Castedo, jugando con la basura. A veces llega uno a pensar que en España es rentable ser corrupto y a los hechos me remito, sobre todo cuando veo imágenes de corruptos con sentencia en firme como si regresaran de un crucero.

Ya me dirán ustedes si con este mapa judicial y lo que está por venir no es exigible a los políticos buscar radicales fórmulas para luchar contra esta gangrena, ya en su etapa límite. Susana Díaz, que en el caso de los pagos ilegales de los ERE ha sido tajante y sentirse avergonzada por lo sucedido, ha dicho a Rajoy qué se puede hacer para la regeneración política. ¿Será posible el consenso?

El otro asunto no es menor. Andalucía no se baja del millón de parados y en España se mantiene el macabro listón de seis millones de parados, teniendo en cuenta a los andaluces. ¿Qué hace este gobierno para reducir el paro? Fátima Báñez y Cristóbal Montoro tienen la solución, eso dicen. ¿Qué puede hacer Andalucía con 1.200 millones de euros menos en el presupuesto de 2014? Más paro. El recorte estatal puede suponer 45.000 empleos públicos menos, ha dicho el socialista Caballos. Y lo que está por venir.

P.D.- (1) Juan Martín Serón, condenado alcalde de Alhaurín el Grande, no merece ni una línea. Un político que pone la mano -veinte millones de pesetas, nada menos- le invalida para mirar a los ojos de los honestos ciudadanos. Todo lo demás es farfolla. ¿La culpa? Zapatero.

(2)El ministro Wert ha consumado su íntimo deseo de pasar a la historia con una ley de educación que lleve su nombre. El problema es que se encontró más sólo que la una. Y así seguirá hasta que Rajoy lo eleve a los altares y le haga la gracia de despedirlo.