­­­El objetivo de la reforma de las pensiones que ha previsto el Gobierno, y que ya está tramitándose en las Cortes Generales, no es otro que hacer sostenible el sistema para garantizar la cobertura de los pensionistas de hoy y de mañana. Esto, que parece tan obvio e inherente al propio sistema y que lo ha sido en época de bonanza, se ha puesto en riesgo cada vez que nuestro país ha entrado en crisis y le ha tocado, casualmente, al PSOE gestionarla. Una crisis que está durando más que las anteriores y muchos de sus efectos están resultando inéditos, en buena parte porque, a sus inicios, quien gobernaba debería haber actuado bajo los parámetros de alerta máxima, en vez de negar su existencia.

Si en España, a lo largo de su historia democrática, los partidos políticos se han puesto de acuerdo para firmar un gran pacto social, ése ha sido el Pacto de Toledo. Establecía, entre otras salvaguardias, la obligación de revalorizar anualmente las pensiones y destinar los excedentes del sistema al Fondo de Reserva, previsto para poder pagarlas cuando las circunstancias económicas impidieran hacerlo con cargo a las cotizaciones. Sin embargo y muy al contrario, los superávit de 14.000 millones de euros generados por el sistema durante los ejercicios 2008 y 2009 no fueron a parar a esa hucha de las pensiones que es el Fondo de Reserva, sino a cubrir los déficit de liquidez del ejecutivo de Zapatero, a quien la crisis le llevó también a congelar las pensiones en 2011, lo que no se hacía desde 1976.

No hace mucho, tan solo 12 meses, aún planeaba sobre nuestras cabezas la amenaza del rescate y atravesábamos una situación de verdadera emergencia social que llevó a Mariano Rajoy y su Consejo de Ministros a diseñar y ejecutar una agenda reformista que ha obligado a los españoles a hacer grandes sacrificios.

Hoy, afortunadamente, las circunstancias son otras y esos sacrificios comienzan a dar sus frutos. Nadie se acuerda ya del rescate, sino que empieza a hablarse de crecimiento que para el próximo año el Gobierno sitúa en el 0,7%, aunque otros organismos más optimistas prevén que sea del 1%. Y las reformas están dando paso a la recuperación, que también se deja notar en el empleo, ya que el dato de paro publicado cada mes es sustancialmente mejor al del mismo período del año anterior. Y no habiendo levantado cabeza aún del todo, los Presupuestos Generales del Estado para 2014 puede que no tengan la ambición inversora de otros tiempos, pero son unos presupuestos eminentemente sociales, que garantizan la protección social, dedicando el 53,7% al pago de pensiones y de prestaciones por desempleo.

En este contexto, es en el que se plantea la reforma del sistema de pensiones, que debe suponer un pacto entre generaciones, lo que solo se consigue haciendo sostenible el sistema, teniendo una Seguridad Social solvente y blindada frente a coyunturas económicas de dificultad. Aunque no solo la economía es un factor distorsionador de la financiación de la Seguridad Social, ya lo preveía el Pacto de Toledo que incluía otros como el envejecimiento de la población (a principios de siglo solo 3 de cada 10 españoles cumplía los 65, hoy lo hacen casi 9 de cada 10), los altibajos en la tasa de actividad, en la población inmigrante, las transformaciones sociales o la situación del propio sistema de la Seguridad Social. Factores todos que el Gobierno pretende que se tengan en cuenta de ahora en adelante con el fin de asegurar la sostenibilidad del sistema, que es lo único que permitirá que cobren y cada año un poco más, no sólo los actuales pensionistas, sino también sus hijos y su nietos. Para ello, la reforma estipula una subida anual mínima de las pensiones del 0,25%, aplicable cuando el sistema de la Seguridad Social, por todos los elementos mencionados que influyen en él y con los que se elaborará el Índice de Revalorización de las Pensiones (IRP), no atraviese su mejor momento. Cuando el sistema goce de buena salud el incremento será ese 0,25% más lo que aumente el IPC. Todos los países europeos, excepto Reino Unido y Francia (que también está en pleno proceso de reflexión sobre su sistema) utilizan ya esta fórmula con la que todas las pensiones subirán todos los años, evitando así nuevos episodios de congelación y, por tanto, de pérdida de poder adquisitivo.

El PSOE, mientras, podrá contar lo que quiera, aunque no sin antes pedir perdón a los españoles por dejar en quiebra el sistema las dos veces que ha gobernado y por congelar las pensiones en esta última ocasión.

*Patricia Navarro es senadora del PP por Málaga