El viejo esquema simplificado de que el catolicismo habla más bien de los pobres y a los pobres (y los sosiega desde el punto de vista del antiguo marxismo), y que el protestantismo estimula a sus creyentes para que prosperen y triunfen en esta vida, como anticipo de la salvación eterna, aparece ahora mismo reforzado por los mensajes del Papa Francisco, pero también por el reverdecer de esa tradición de raíz cristiano-calvinista que edificó EE UU y que ahora se reinterpreta como uno de los factores de éxito del creciente número de emprendedores y creadores de empresas que están levantando la economía estadounidense.

Por ejemplo, un reciente estudio de la Baylor University (Waco, Texas), acaba de renovar el vínculo entre religión y negocios al concluir que «los emprendedores se sienten más cercanos a Dios» tras haber entrevistado a 1.714 ciudadanos sobre sus hábitos religiosos en relación con su trabajo. La prestigiosa publicación Harvard Business Review acaba de ofrecer una entrevista con el autor del estudio, Mitchell J. Neubert, jefe del departamento de Ética Cristiana y Negocios de la citada Baylor University, un centro privado de los Baptistas, confesión protestante que, salvo algunos casos fundamentalistas, se sitúa en la zona conservadora de la religión, es decir, en la «derecha», según la discutida terminología de Francisco.

Los Baptistas, con raíces en el Calvinismo, creen en la salvación sólo por la gracia, por medio de la fe, mientras que el catolicismo pide fe y obras. Sin embargo, el Baptismo agrega que si una persona se conduce por la senda de la gracia ello se verificará en su compromiso con las buenas obras y el buen trabajo. En consecuencia, y a la inversa, si a alguien le va bien en la vida será indicio de que camina hacia la salvación.

Los efectos de estas ideas sobre la vida social y económica fueron expuestos en un libro clásico de Max Webber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, en el dedica una nota a pie de página para reconocer que en el ámbito del catolicismo sólo una institución se asemeja a dichos postulados: la Compañía de Jesús. Sin ir más lejos, y aparte de su espiritualidad de fondo (todo lo creado ha de estar al servicio del «Principio y Fundamento», que consiste en «alabar, hacer reverencia y servir a Dios», es decir, todo A Mayor Gloria de Dios -A.M.D.G. -), los jesuitas han creado numerosos centros por todo el mundo para la formación empresarial, y esa línea la ha continuado el Opus Dei con su idea de la santificación por el trabajo y también de la santificación por la empresa.

En cuanto a Mitchell J. Neubert, éste detecta una conexión entre la fe y la propensión a crear negocios, además de que los emprendedores reconocen «rezar con mayor frecuencia -varias veces a la semana-, y creen en un Dios personal e interesado y responsable de sus vidas». Un 34% de los emprendedores rezan con frecuencia, según el estudio de Baylor University, mientras que entre el resto de los encuestados sólo lo hace el 27 por ciento.

Neubert estima que, dado el «papel crítico de los emprendedores en la economía americana, es crucial entender que les guía». Su confianza en el negocio que emprenden «puede provenir de sus creencias religiosas», postula. Y, desde la perspectiva contraria, «al estar expuestos a más incertidumbres y riesgos que el resto de nosotros, quizás sienten la necesidad de orar y reforzar su espiritualidad». En un plano más pragmático estima que una comunidad de fe, o parroquial, también «suministra un capital social, ya que puede ser una fuente de estímulos e ideas, o de contactos con comerciantes, inversores, empleados€» En cuanto a su forma de trabajo, los emprendedores con fe suelen introducir en sus empresas «más innovaciones y más empleados».

Respecto a las personas con creencias religiosas, también están «más vinculadas a un trabajo por cuenta ajena y muestra mayor dedicación e iniciativa», agrega Neubert, y ello pese a que la tendencia de los «directivos de empresa es ignorar o desincentivar la religión en el trabajo». En muchos aspectos con sesgo netamente baptista y calvinista, el estudio de Neubert incide no obstante en ese capital espiritual que construyó naciones y civilización. En cuanto al Papa Francisco, las urgencias de la pobreza mundial nos las ve solucionadas mediante el viejo espíritu del capitalismo.