En el lado más bestia de la vida Albert Pla ha dicho que siente asco de ser español. Vecinos de un pueblo malagueño, y algún responsable del partido, aplaudían en su despedida al exalcalde condenado por corrupción, inhabilitado durante un año con 200.000 euros de multa, en pleno 2013 y con la que ya ha caído. Le jaleaban como si se fuera a unas merecidas vacaciones, aunque obligadas por culpa de esos jueces tan molestos. El president de Cataluña se pasa la Ley por la barretina, y le ha dado plantón a la vicepresidenta de España en el foro de Fomento de Empleo, en Barcelona, por no decir él la última palabra. En el foro no hubo ni una palabra de Mas (cada vez menos un gobernante de todos los catalanes).

Hueso de pollo

No brillamos, nos falta un hervor. Nos sobran impulsos vanos pero no tenemos pulso a la hora de echar una mano en el momento necesario, a la hora de ponernos en el lugar del otro cuando hace más falta, a la hora de templar, cumplir con nuestros deberes y defender nuestros derechos cuando nos los arrebatan. Estamos cuajaos. Andalucía ha multiplicado la brecha entre ricos y pobres. Ahí siguen los paraísos fiscales en la era de internet y de las redes sociales. No nos empoderamos de las decisiones de quienes dicen representarnos ni empezamos a exigir que se hagan las cosas ya y bien. Es mentira que no se pueda, no se quiere. Vivimos como si no pasara nada excepto cuando nos pasa todo a nosotros. Por ejemplo, esa mujer que se tragó un hueso de pollo -Concepción se llama la pobre- anduvo hasta diez veces durante 13 días de su casa al hospital pidiendo ayuda, diciendo que estaba peor y notaba un cuerpo extraño en la garganta, hasta que, ya con la cara amarilla y el esófago necrosado, se desplomó en la puerta del hospital comarcal de Osuna, de donde la llevaron en un helicóptero al Virgen del Rocío. La sentencia del juzgado de lo Contencioso Administrativo número 12 de Sevilla, difundida esta semana por el Defensor del Paciente, lo relata con pelos y señales. Lo peor es que es tristemente creíble.

Adormecidos

Porque por encima de críticas a los recortes asistenciales y todo eso, cabe preguntarse: ¿No hubo ningún ser humano, enfermero, celador, auxiliar, vigilante, médico o paciente, que diera un paso más allá de lo meramente protocolario y se preocupara de que se atendiera a esta señora más y mejor alguna de esas diez veces que Concepción pidió ayuda en Urgencias? Se limitaron a mirarle la garganta día tras día. El daño -y el gasto médico sin necesidad- ya no es reparable. La conciencia de algunas de las personas que se cruzaron con ella, que pudieron haberse preocupado algo más por ella, haber hecho algo más, lo que fuese, tampoco es reparable. Pero, cómo andamos nosotros de conciencia, adormecidos por los excesos consumistas de un tiempo pasado que no fue tan mejor.

Ejemplar Tárrega

¿De verdad no somos un poco como Cristina Tárrega? Somos sociedad civil, que es lo que ella representaba anteayer en un foro en Valencia. ¿Sociedad responsable, prudente, libre, solidaria…? La Generalitat escogió a la presentadora de televisión, nacida en Valencia, para escenificar la firma del «Acuerdo de la Sociedad Civil» promovido por el president Alberto Fabra. La presentadora, que protagonizó una pillada en vídeo hace unos años, en la que se la veía frotándose los pezones con hielo para sobreexcitarlos bajo su blusa antes de salir en pantalla en Tele Madrid, soltó esto en su discurso ante lo más granado de la sociedad valenciana: «Estoy casada con un andaluz, es verdad, pero le digo: -¿Sabes? tu Andalucía no está como mi Valencia… Volveré y, por supuesto, no será a Andalucía, como quiere mi marido, porque aquí hay mucho más que disfrutar». En fin, el vídeo está en Youtube….

No brillamos

O de lo aparatoso a lo más cotidiano. A mi amiga la llaman del colegio:

-Venga a recogerle porque el niño está muy mal...

Cualquiera que sea padre comprenderá la situación de manera inmediata. Siempre andamos preocupados por nuestros hijos cuando no están en nuestras manos. A mí se me saltan las lágrimas de puro amor cuando dejo al mío en el cole cada mañana. Mantengo la sonrisa y trago saliva para no trasladarle un preocupación que a sus tres años no podría entender, ni debe todavía, tan pequeño, mortal y rosa, como dejó escrito Umbral.

-Pero qué le pasa al niño…

-Que ha vomitado en el recreo…

Es entonces cuando la madre dice que eso es algo que les pasa a todos los niños alguna vez. Pillada en el exceso la persona que la ha llamado insiste:

-Es que ha vomitado mucho y está mal…

En vez de darse cuenta de su error y de la preocupación excesiva que ha causado en la madre y tranquilizarla, abundó en él en un rapto de inmadurez e insensibilidad. Efectivamente, al niño no le pasaba nada importante y esa noche se hinchó de comer y durmió del tirón.

No brillamos. Y no cuidamos a los demás. Pero conviene no olvidar que los demás somos nosotros, para los demás…

Porque hoy es sábado.