Viernes 18 de octubre. Suena el despertador a las siete y media de la mañana, como todos los días. Esta vez no estás en Málaga, te has quedado en Sevilla. Con tanto ir y venir hay mañanas en las que no sabes muy bien dónde has amanecido. Se presenta un libro en la Universidad Pablo de Olavide, un libro en el que has participado y que refleja los perfiles sociales y profesionales de los parlamentarios andaluces. Un poco más tarde la Asociación de Fabricantes de Cemento se reúne contigo. La reunión dura una hora y media. Las personas necesitan tiempo y atención. Quieres hacer bien tu trabajo. Estudias el tema, tus interlocutores se van más o menos satisfechos. Te sientes bien. Ha sido una mañana productiva.

A las tres y media sale el autobús a Ronda, desde la estación del Prado de San Sebastián de Sevilla. Para eso cobramos dietas los parlamentarios, para viajar y desplazarnos allá donde se requiera nuestra presencia. A veces en tren, otras en autobús, otras en tu coche. Me llama la atención la cantidad de universitarios de la Serranía que estudian en Sevilla. El viaje es ameno y agradable, por paisajes conocidos que se hacen nuevos por tratarse de una ruta poco frecuentada.

En Montejaque me esperan varias decenas de pensionistas. La charla es a las seis y media. El pueblo se prepara para la recreación de la batalla de la puente (sic) de Montejaque, un hecho histórico de la invasión francesa. A esa misma hora mi hijo juega su primer partido de fútbol con el Puerto Malagueño, en Álora. Sobre la marcha me van informando del resultado. Los compromisos hay que cumplirlos.

Salimos tarde, me entretengo charlando con las personas mayores que amablemente han ido a verme. Llego un poco retrasado a Arriate, donde otro nutrido grupo de pensionistas quieren saber qué va a pasar con sus pensiones, mientras suben el agua, la luz, el butano. El recorte de 33.000 millones de euros se ceba con quienes menos tienen. Hay que explicar qué se está haciendo, y sobre todo hay que explicar con mucho detalle por qué se está haciendo.

Llego a casa pasada la medianoche. Y empiezo a planificar las tareas pendientes. Las iniciativas para la Comisión de Fomento que tengo que presentar el lunes. La mesa redonda en El Pimpi sobre la sociedad líquida. El artículo para el martes, la columna en El Plural. La intervención en el próximo pleno. Las citas pedidas. Hay correos pendientes de contestar, gestiones en curso, documentos y libros que leer, papeles que ordenar. No hay descanso, aunque eso no quede reflejado en ninguna página web. Decía un autor americano que la política es un estado del alma. Como todo en la vida, my friends.