Hace tiempo que el destino del Madrid se dirige hacia dos focos: el empresarial y el deportivo. El primero responde a la voz autoritaria de Florentino Pérez. Nadie cuestiona sus ideas en la casa blanca. La parte futbolística ha sufrido tantos vaivenes en la última década que el socio madridista se ha permitido el lujo de saborear algo de Del Bosque, Valdano o Mourinho, por citar tres ejemplos extremos, antagónicos entre sí. La nave que maneja ahora Ancelotti se debate entre aceptar los retoques de su técnico y asimilar las gotas de influencia de Florentino Pérez en la constitución de la plantilla.

Nadie como Bale representa las dos vertientes por las que se mueve el Madrid. La visión futbolística, la que enarbola Ancelotti exige cautela. De Bale se valora tanto su potencial como se teme su adaptación. Hasta la fecha no ha dado síntomas de poder sumarse al cien por ciento a la causa y un partido de la trascendencia de un clásico no parece el mejor campo de pruebas. Su no inclusión en el once, la opción más lógica desde el punto de vista táctico, supondría un serio varapalo para la visión empresarial del presidente.

En realidad toda la constitución de la plantilla tiene más acento a Florentino que a Ancelotti. En el inicio de campaña, el italiano se ha afanado por construir un equipo sobrio en defensa con las concesiones al ataque necesarias en un equipo que reúne tanto talento. En el entramado defensivo es donde a Ancelotti el cuerpo le pide músculo, velocidad y presencia. Y ahí es donde los futbolistas «apadrinados» por Florentino -Bale, Benzema, Isco, por encima de todos- tienen más difícil su adaptación. Un centro del campo poblado por Modric, Khedira e Illarramendi le daría mayor sujeción y efectividad en la presión, según la idea del italiano, que ya ha descartado públicamente la posibilidad de que Cristiano actúe de nueve puro, abriendo de paso las puertas a Benzema. Un guiño al presidente.

La situación no es nueva para el madridismo, a Mourinho le ocurrió algo parecido en enero de 2011. El portugués mostró entonces en el Camp Nou un dibujo más flexible, menos fiel a sus ideas, con Alonso y Khedira como única presencia en el centro acompañados de talento: Di María, Ozil, Cristiano y Benzema. Fue el único partido ante el Barça en el que Mourinho no protegió el centro del campo. Entonces, el Madrid perdió 5-0 y el técnico no volvió a mostrarse nunca más tan alegre contra el Barça. Ancelotti sabe que tiene que elegir entre la pizarra y el escaparate.